Paraguas
martes, 29 de noviembre de 2011 by el paseante
En ocasiones pienso que debo tener pinta de cura porque la gente de Blogville se me confiesa sin parar. Por email, por teléfono, por la calle. Es horrible. Me siento su paraguas de la tienda de chinos.
El otro día caminaba con Xènia cuando me contó que le encanta salir de casa con ropa interior masculina bajo sus pantalones. Dice que se siente más segura de sí misma. Hace poco tomaba una cerveza con MK y me explicó que tiene un puente entre su contador eléctrico y el de la comunidad de vecinos para pasar un invierno calentita con los radiadores a tope (pagué las bebidas porque ella se había olvidado el monedero en casa tras decirme "y yo que quería invitarte"). ¿Y cuándo fue que Fra Miquel me enseñó la plantación de marihuana en su huerto urbano con una gorra jamaicana sobre su cabeza? Recuerdo perfectamente cuando País Secret me mostró su catalejo de mirar el Mediterráneo, pero que casualmente apuntaba a la ventana del dormitorio de su vecino de enfrente. O cuando la Rateta Mickey me confesó por email que se había dado cuenta de que odiaba a la gente de Blogville mientras escuchaba una canción de Dani Daniel en su iPod. Hay confesiones inconfesables, como la del Veí de Dalt que un día me llamó por teléfono para decirme que le gustaría escribir cosas tiernas pero que se lo ha comido el personaje.
Y todos me hacen jurar que jamás contaré sus secretos. Me ofende porque yo soy una tumba.
Otras veces creo que tengo pinta de periodista del corazón porque la gente de Blogville me cuenta chismorreos sin parar. Por email, por teléfono, por la calle. Es horrible. Me siento su paraguas de la tienda de chinos.
El otro día caminaba con Ámber cuando me describió con pelos y señales el nuevo novio de Daltvila: un noruego que desembarcó en Barcelona de un petrolero y se encontró con ella en la Rambla. Hace poco recibí un email corto de Arare. Decía simplemente: "¿Sabes que el Gatot se ha liado con una noruega que desembarcó en Blanes de un petrolero y se encontró con él en el paseo Marítimo?". Recientemente me llamó Ada para contarme que había visto desembarcar de un petrolero en el puerto de Sóller a un noruego muy atractivo y que le había llevado a descubrir su universo interior. O Emily, que me recriminó en la plaza Joanic, mientras paseaba a su perro ventilador, que todos los noruegos que bajaban de petroleros en Catalunya ya estaban pillados. Que había llegado tarde por culpa de esa costura. Por suerte, Lluna no tiene puerto cerca de casa, pero me explicó que había visto en la plaza mayor de su pueblo a alguien parecido a Óscar con una camiseta blanca patrocinada por Betwin. No sé si será verdad.
Podría explicar mil intimidades más de Commuter, de Joana, de Gemma, de Martí, de Nimue, de Mortadel.la, de Violette, de Parèntesi, de Gerònima (estos dos últimos blogs los he descubierto hace poco y me parecen absolutamente recomendables) y de otras personas más que sé que me olvido de ellas y me podrán perdonar. Pero yo soy una tumba y jamás cuento lo que no puedo contar.
PD: He escrito este post absurdo para decir que sigo por aquí, aunque escriba poquito. Tengo historias por contar, pero me salen mal explicadas. Mejor no colgarlas (con excepción de la de hoy). Supongo que son etapas. Entretanto he puesto links de vuestros blogs por si os apetece leeros. Todos me parecen (me parecéis) magníficos.