Ilse querría ser Ingrid Bergman, pero debe conformarse con ser Amélie Poulain caminando por la vida con su caperuza mientras busca la felicidad de los demás, más que la propia. (Escribiendo esto, ella preparaba las camas de los siete enanitos -Goio, Dani...- que visitaron el pasado fin de semana a Blancanieves con una manzana sin envenenar.) A veces, no sabes cómo, te cruzas con alguien como ella y tu existencia mejora.
Pasea con su bandera roja, ondeándola por las ventanillas de un autobús, por esa ciudad que tanto ama, reclamando sus derechos de ciudadana. Se saca fotos con su madre hermosa, o en el huerto dedicado a las lechugas que cuida el viejo minero. Regresa a su hogar en la soledad del ómnibus y mira esas imágenes expuestas sobre la cama. Lo hace con futura nostalgia, porque un día nada será como ahora, mientras acaricia a su gata Salsa.
Aunque nuestra relación sea secreta, hace poco me sorprendió que gente de mi entorno hablara de ella. Había quedado con una amiga para imprimir el cuento que escribimos conjuntamente para su sobrino y al que ella ha puesto su voz magnífica. Se presentó con un personaje conocido de la televisión (el descubridor de la chica que canta "ponte el cinturón, protege tu vida"). El tipo arrastraba una maleta por la avenida Diagonal, pasadas las diez de la noche, con su peinado extraño y un nuevo tatuaje en su brazo derecho. La sorpresa fue que él conocía este blog, al que había llegado a través de un link, pero no recordaba cuál era.
-Potser és el de la teva amiga moderna de Madrid. Es diu Ilse oi?- preguntó ella.
-Sí, Ilse.
-I és modernilla com el Miqui, no?A veces Ilse puede parecer una persona triste, pero no es así. Arrincona sus instantáneas fotográficas en una caja de cartón, se pinta con colores de guerra y se lanza a galopar tras los conciertos de Rufus Wainwright y de otros flautistas de Hamelín que la cautivan siempre como si fuera bobita. Entonces es feliz, saltando entre la muchedumbre.
Cuando nota esas sensaciones en su cuerpo, corre y nos las explica. Le gusta vivir y hacer vivir. Nos manda mensajes con su teléfono de última tecnología que dispone de un teclado desplegable necesario para contarnos sus experiencias al detalle; y se detiene en una esquina para recibir una respuesta de retorno (que nunca es la mía, porque mi móvil tiene unas teclas muy chiquitas).
Ilse es y se siente española. Para acabarlo de arreglar, se declara incondicional del Real Madrid (no le he preguntado por los toros, por si acaso). Pero, cuando seamos independientes, le voy a enviar una invitación para que le concedan el visado (como hacen ahora quienes se enamoran de personas rusas por catálogo) y venga a regalarnos su vida encantada con el transiberiano. O a la inversa, y que me convide a entrar en su mundo de fantasía.
Con gente como ella no harían falta celos, ni rencores, ni fronteras, ni equipos de fútbol para saber quién está más dotado. Bastaría con escuchar que, saliendo de uno de sus agotadores programas de televisión, ha tenido ánimos para ir de tiendas y comprarse unas sandalias estupendas que realzan sus pantorrillas, que ha llamado a un
zombie para contárselo, que aprovechando el viaje ha visto unas zapatillas ideales para uno de sus sobrinos. Llegando a casa se ha conectado a internet para mirar en Youtube fragmentos del programa
Polònia, porque le hacen reír y así aprende catalán. Después ha puesto una lavadora que interrumpe sus charlas con los amigos
catalinos. Todo lo cuenta con naturalidad, mientras le entran los bostezos y quieres hacerle un rinconcito en el corazón para que se acune y desconecte por hoy de este mundo que la tiene engatusada.
Es simpática, culta, ingeniosa, guapa. Una tía genial. Así es Ilse. La encantadora Ilse, que lleva siglos aguantando mis bromas sin sentido. Inyectándome su vida, como hace con todos.
Ilse: ahora estoy con una camiseta azul, pero porque me voy a dormir.
El paseante: son horas de pijama niña.
Ilse: nah, en verano me pongo muchas veces camiseta.
El paseante: qué raras sóis en Madrid! en invierno las muchachas catalanas usan pijama, y en verano llevan su camisoncito.
Ilse: es que muchas camisetas se manchan y ya no sirven para ponértelas por la calle.
Ilse: pero sí sirven para dormir, antes de que las uses para trapos.
El paseante: a ver niña, pero y si hay un terremoto en Madrid (Dios no lo quiera) y debes salir a la calle con lo puesto... ¿qué dirá la gente si te ve con una camiseta vieja? En cambio, si llevaras tu camisón reglamentario...
Ilse: jajaaaa
Ilse: tengo un camisón nuevo
Ilse: hasta los pies
El paseante: anda, ahora me gustas
Ilse: pero con escote
El paseante: jajajajaja, qué sería de tu vida si no existieran prendas con escotes?
Ilse: eres más payasín... Pues sería muy aburrida
El paseante: para ti y para los gallinos que miran
Ilse: jajaaaaaaaaaa
Ilse: tú eres gallino?
El paseante: eso debería preguntártelo yo a ti
Ilse: jajaaaaaaa
Ilse: bueno, tú mirarías?
El paseante: disimuladamente, que no soy House
Ilse: jajaaa, llevo tres semanas sin verlo. K mal!
El paseante: House te metería un billete de un dolar y diría: "bonita hucha".
Ilse: jajaaaaaaaaaaaa
El paseante: he visto dos capítulos hoy, pero el tercero lo he dejado
Ilse: me cabe mucho más que un dólar entre las tetas
El paseante: ya, pero él es rácano
Ilse: que me metan un fajo de los de Marbella
El paseante: jajaja, mira qué lista!. Seguro que eso le decía la Pantoja al... Cachuli?
Ilse: sí, Cachuli
Ilse: pero la Pantoja tiene las tetas peor que yo.
El paseante: porque no está operada
Ilse: y yo sí?
El paseante: bueno...
Ilse: sabes? Hoy me ha escrito un mail un chico
El paseante: un gallino?
Ilse: resulta que estaba buscando cosas de rufus en google
Ilse: y dio con mi blog
Ilse: me escribió para decirme que él también sentía que le había cambiado la vida
A mí también me contagió su fiebre por Rufus Wainwright, y ahora escucho
Release the stars mientras acabo de escribir este texto y finaliza el día.
Quiero mucho a esa personita de la caperuza, más que nada porque me da conversación cuando me encuentro solo. (Ahora me siento como House, cuando necesita reprimir sus sentimientos buscando excusas.)