Pre-nostalgias


El fútbol siempre me ha generado nostalgia por los partidos que vi y por los que no veré. Por los seres con quien los vi y con quien ya no los veré.

Ese sentimiento se multiplica cuando llega una final de la Champions en la que participa mi equipo (cosa que sucede muy de vez en cuando, aunque ahora estemos mal acostumbrados).

Mañana será uno de esos días. El Barça y la Juventus se enfrentan en Berlín. Estaba invitado a ver el encuentro en el televisor de la sala de estar de la tierra de la niebla, con mis padres y los cuatro Hayden, pero les he llamado para decirles que me quedaré en la metrópoli.

Con ellos compartí la final de 1992. Recuerdo que la señora Sofía preparó una cena ligera porque el resto de la familia estábamos más pendientes del gol de Koeman que de sus platos a fuego lento. Entonces no existían para nosotros ni el sargento Hayden ni los niños. Luego fui con mi hermana a un pub, para tomar más de una copa.

Viví la final de 2006 con el señor Gris. Los dos solos. Le puse una camiseta de Deco, al pobre, y se durmió entre mis pies mientras sonaban los petardos más allá de la ventana con los goles de Eto’o y Belletti en París. Me gustó que nos hiciéramos compañía esa noche, y no fui a celebrarlo a la Rambla para quedarme con mi viejo amigo, ese pastor de ovejas que se había acostumbrado a la ciudad. Él ya no está, pero fue nuestra final.

Las de 2009 y 2011, fueron casi en solitario, frente a mi pequeño televisor de mi pequeño piso. Nadie me invitó ni yo invité a nadie. Al menos estaba Ilse en el chat, para hacerle la puñeta porque ella es madridista.

Ahora, en 2015, llega una nueva final que me genera una nueva nostalgia. Podría haber ido a la tierra de la niebla y esperar que la señora Sofía hiciera una cena ligera porque nadie estaría por sus platos a fuego lento. Pero esta vez me quedo en la ciudad con la mujer de los mares del sur y el perro ventilador.

Cocinaremos algo ligero, porque yo estaré más pendiente del gol de Messi en el viejo televisor que de la comida. Y espero que a Bruc le venga bien la vieja camiseta de Deco, mientras bosteza en el sofá. Será nuestra final y nadie más podrá vivirla que nosotros.

Cuando recuerde la quinta Champions del Barça, será con ellos. Creo que mañana va a ser un día pre-nostálgico.