viernes, 5 de enero de 2007
by el paseante
En el primer pasillo tuve los reflejos suficientes para tumbarme en el suelo ante el fuego cruzado entre las figuritas de Marvel, las de Narnia y los Power Rangers; hasta que el sonido acercándose de una hélice me hizo elevar mi brazo derecho para agarrarme al hidroavión de Tarzán y escapar del apuro.
Me lancé en paracaídas cuando escuché música en un corredor apartado. Campanilla y sus dos hadas acompañantes, tres enanitos músicos y Ariel con su carroza danzaban en círculo sin mostrar ninguna actitud agresiva hacia mí. Me quedé un rato para reponerme del susto. Después penetré en la sección de cocinitas y talleres mecánicos en miniatura, en el aparcamiento de las trimotos Sirenita, Speeder o Tribike Custom de escasa cilindrada, en el apartado de juegos educativos...
Tras tres días extraviado en el almacén de los Reyes Magos, y sin capacidad para decidirme, llamé a la señora Hayden. Se encontraban en un tumulto de críos y progenitores en el Maremagnum, haciendo cola para entregar la carta a sus Majestades. Le comenté mis dudas y me pasó con el pequeño para que lo aclarara directamente con él. "
Vigila que no noti que els Reis som nosaltres".
(Traduzco del catalán.)
-Hola tío.
-Hola petardo. ¿Dónde estás?
-En el barco de los Magos.
-¿Te vas de viaje con ellos?
-Nooooo.
-Entonces ¿qué haces allí?
(Le preguntó a la señora Hayden en voz baja qué hacían allí. Se lo susurró al oído.)
-Les traigo la carta.
-¿Y qué has escrito en ella?
-Ooohhh. Les pido
Jordi el curiós, y, y, y... (se emocionó) unos patines, y unos animales de la selva, y... no me acuerdo de más cosas tío.
-¿
Jordi el curiós es un muñeco?
-Noooo, es una película tonto.
(Se puso a reír con ganas ante mi desconocimiento.)
Su madre le quitó el teléfono y me aclaró que se trata de un film que se perdieron en el cine porque estaban de viaje. Desde entonces no para de reclamarla; tiene madera de cinéfilo. Me propuso que la comprara -hablando bajito para seguir con el juego de que los familiares no somos mágicos- pero en catalán, porque el pequeño es monolingüe y no es capaz de seguir en castellano los diálogos bergmanianos de
Jordi el curiós.
La busqué por todas partes y sólo estaba editada con el título de
Jorge el curioso, en español e inglés. Agotado físicamente, con las suelas de los zapatos casi sin dibujo, entré por última vez en la sección infantil de una gran superficie y me decidí por el doble
pack de
Ice age. La primera entrega está en castellano y la segunda en catalán. Quise adquirir sólo la película que va a entender, pero por unos pocos euros más tenía el paquete completo. Quizá le ayude a aprender un nuevo idioma, por si quiere viajar a Huesca de mayor.
Esta noche he guardado el disfraz de Melchor en una caja con bolas de alcanfor para que se conserve de cara a la próxima temporada, con todos los regalos perfectamente envueltos sobre la mesa. No quiero dejarlos olvidados mañana en mi viaje a la tierra de la niebla. Al repasarlos, he recordado aquella carta que escribí de niño donde pedía el zoo repleto de animales que vi anunciado en la revista
Teleprograma (quizás todavía se edita). Los Reyes Magos se confundieron de domicilio y me trajeron un libro espeso:
El lazarillo de Tormes. Pasé muchos meses mirando cada mañana, antes de ir a la escuela, tras la puerta de entrada a la granja de los caballos, seguro de que tarde o temprano se darían cuenta del error al repasar sus bases de datos y podría -por fin- jugar con mi parque zoológico. Entretanto, leí la novela de aventuras.