Pequeñas historias inocentes de sexo


Una vez fui preadolescente. En esa época en que los preadolescentes todavía éramos críos en pantalón corto, y ni siquiera nos afeitábamos, pasaba los veranos en la granja de tía Patricia, en un lugar remoto de la tierra de la niebla.

Recuerdo que había una setter con el pelo manchado en blanco y negro. Se llamaba Chispa, y se volvía loca encerrada tras esa puerta del corral para que la sacara a cazar ilusiones por los campos de manzanos. No me lo permitían jamás. Así que los dos quedábamos reprimidos, ella tras la cerca y yo en el patio. Mirándonos.

Estaba entrenada para permanecer quieta, escuchar con las orejas tiesas y correr en busca de las perdices muertas tras los dos cartuchos que escupía la escopeta de su dueño. Siempre me imaginaba el silencio después de los disparos en ese páramo, y a la perra brincando contenta entre los arbustos en busca de los cadáveres de esas aves que hacía un instante volaban despreocupadas, y que ahora traía el cazador a la granja, colgadas de su cinturón como trofeos.

Tía Patricia le servía la cena, tras encerrar de nuevo a Chispa en ese corral, sobre cuya cerca nos seguíamos observando, con ganas de salir corriendo los dos de allí. La perra y yo. Luego mi tía le planchaba los pantalones de caza, y se acurrucaba al lado de su esposo en la cama, aunque oliera mal tras la jornada en el monte. Estaba entrenada para eso.

Era el verano de 1977. Y me gustaba mirar las armas de mi tío. Me encantaba acariciar sus cañones negros, ponérmelas al hombro y simular que mataba a un ser vivo. Parecía que toda la fuerza del mundo se escondía en esas escopetas. El poder de decidir sobre la vida y la muerte.

El marido de tía Patricia las guardaba en una pequeña habitación, al lado de la cocina. Era el espacio al que yo corría, cuando los mayores abandonaban la granja por mil motivos.

Aparte de las escopetas, allí había estanterías con libros misteriosos, y carpetas con mil páginas de negocios que no entendía, porque él era un hombre de empresa de los de toda la vida en ese tardofranquismo. Una tarde encontré una revista con mujeres desnudas debajo de una biblia por estrenar. Arranqué un par de páginas para analizar, con calma, esa novedad de pechos y pubis sin depilar en la habitación del segundo piso en la que dormía, sobre las jaulas de los conejos que acababan tristemente igual que las perdices cazadas por el tío. Muertos y a punto de cocinar.

Al día siguiente, tía Patricia encontró las hojas pornográficas que había escondido bajo mi colchón. Yo desconocía entonces que las camas se hacen cada día, y enrojecí de vergüenza. No le conté de dónde las había arrancado, quizá para retrasar su divorcio.

Una vez fui preadolescente. En esa época en que los preadolescentes todavía éramos críos en pantalón corto, y ni siquiera nos afeitábamos, pasaba los veranos en la granja de tía Patricia, en un lugar remoto de la tierra de la niebla.

Tenía trece años, y la vecina de la granja de al lado ya había cumplido los dieciocho. Su novio hacía el servicio militar a dos mil kilómetros de distancia. En África. Comenzó a contarme que le echaba de menos, que yo tenía el cabello bonito, de color castaño claro, tras los efectos del champú. Se ponía a correr entre los frutales para que la persiguiera, mientras yo me detenía a recoger caracoles, como un tonto.

Ese verano enfermé. Y la contrararon para cuidarme, porque estudiaba enfermería. Me hacía friegas en el pecho con no recuerdo qué potingue. Y bajaba sus manos rozando mi piel hacia mis calzoncillos. Se detenía en la goma, y me preguntaba si quería que siguiera descendiendo por la montaña. Yo era preadolescente, y apenas había podido analizar las dos páginas de las revistas pornográficas de mi tío. Era la etapa de la transición, y no sabía nada.

A. no insistió. Era guapa, rubia, de ojos azules. No es un tópico, era así. Todos los albañiles de la ciudad la silbaban cuando la acompañaba a comprar a la carnicería. Me dijo que era alto como un pino y tonto como un pepino, tras rechazar eso que me ofrecía y que yo desconocía. Acabé aplicándome el potingue yo mismo sobre mi pecho, ya que ella dimitió del proceso de mi sanación.

Una vez fui preadolescente. En esa época en que los preadolescentes todavía éramos críos en pantalón corto, y ni siquiera nos afeitábamos, pasaba los veranos en la granja de tía Patricia, en un lugar remoto de la tierra de la niebla.

Tenía trece años, y ellos habían contratado a un chico universitario para trabajar en el campo esa campaña. Era un veinteañero. Llevaba gafas redondas, de carey, y tenía el cabello rizado. E. ganó mi confianza contándome todos los libros que había leído, mientras le ayudaba a arrastrar los cubos repletos de manzanas a la carreta. Le tomé cariño, porque por primera vez un adulto me hablaba de un mundo que desconocía hasta entonces.

Él echaba una siesta rápida en el almacén de los tractores, al igual que el abuelo de la familia, antes de reemprender el trabajo duro en esas tardes sofocantes de agosto. Yo descansaba en la casa principal. Pero una tarde me pidió que me acostara a su lado, porque quería hablarme de algo importante. Comenzó a contarme viajes que me fascinaban. Pero rápidamente cambió de tema. Me preguntó si me tocaba, si quería bajarme los pantalones, si quería masturbarme con él. Se volvió agresivo. Y yo no sabía nada en 1977.

El abuelo, se hacía el dormido, pero escuchaba la escena a unos metros de distancia, en el almacén polvoriento y en penumbras que olía a fruta podrida. Era un viejo excombatiente de la División Azul. Un conservador de cuidado, que había enseñado a su hijo a matar perdices y, probablemente, a maltratar a su nuera. Se levantó de los sacos que le servían de lecho. Buscando sus pocas fuerzas, elevó al mozo por el cuello de su camisa y lo mandó de un puñetazo a casa, sin pagarle indemnización.

Fue en el verano de 1977. Esa tarde me permitieron sacar de paseo a Chispa. Por primera vez, corrimos entre los manzanos. Yo era un crío en pantalón corto, y sólo era consciente que quería jugar con la setter chispeada.

PD: Por suerte, soy hijo de la señora Sofía y del tenista.

PD2: Este post era para media semana. Pero lo cuelgo para que lo leas ahora. Tenías curiosidad, e igual te suaviza ese dolor físico.

PD3: Sigo absolutamente enamorado de Hanne Hukkelberg. De sus ojos chiquitos y su nariz grande. De su música. De su voz. De su aspecto. De que sea una tímida segura de sí misma. Probablemente, ni me conoce.

22 comentarios:

    Per sort ets fill de la señora Sofía y el tenista. Hi ha més bons amagatalls que sota matalàs, pepino. O haver-te fet tu el llit, tontinn. Ai, álma de cántaro que diuen els catellans...

     

    A casa es deia que un avi o una àvia "vestia" i que a més sempre estava al cas de tot, fins i tot del que s'els escapava als més joves. Sort que tenien un avi els teus oncles!

    Un post maco, com sempre, però especial aquest, paseante...
    Petonet!

     

    Començar-te a llegir i no poder parar és tot u!
    M'ha recordat a la cançó d'Els Pets: Pantalons curts i els genolls pelats! bé, més o menys!

    Els teus escrits són magnífics!

     

    T'he llegit a la feina...d'estranquis :)
    Em pensava que em censurarien el post...i no!És massa innocent.
    Jo llegia Corín Tellado..no hi havia res més al meu abast!
    M'ha agradat!
    Bona setmana Paseante

     

    m'ha fet bé, llegir-te, avui que he perdut un amic...

    una bona lectura sempre fa bé. gràcies.

     

    Fa mal pensar amb els preadolescents, nens i/o adolescents que no se'ls ha preguntat ni han pogut escollir com i quan descobrir el món dels adults que fins llavors desconeixien. Els adults a vegades som bèsties.

    Segurament si que et coneix. Potser tu no has sabut veure quan l'Hanne et mirava, ella, amb aquests ulls petits i aquest ritme tant cadent (de cadència... és que avui m'invento les paraules, saps). Una abraçada gran, gran, Paseante.

     

    Emily, sí que era una miqueta pepino en aquells temps. Tampoc et pensis que he evolucionat massa en aquests aspectes. L'altre dia un veí de l'edifici, el del pis de dalt, em va preguntar si em venia de gust una lluvia dorada. Dic: calla, que aquest em vol regalar diners. Disculpa la vulgaritat.

    Rita, sí que estaven al cas de tot els avis. Aquell era tremendo, un català de soca-rel, però fatxa com ningú. Això sí, em va ensenyar un munt de coses de la natura. Encara les aplico quan estic malalt.

    Filadora, moltes gràcies. M'agrada que continuis passant per aquí. També estic descobrint el teu univers.

    Joana, també moltes gràcies. Jo no me'n surto de parlar de sexe. Em falta la teva sensualitat, la teva manera d'explicar aquelles atomosferes tan especials. I és molt lleig això de llegir blogs a la feina, d'estranquis. El Mundo Deportivo ho entendria, però blogs...

    Arare, una abraçada, bonica. Ho lamento molt, de tot cor.

    Rateta, jo crec que quan ets petit tot es veu com una novetat que no acabes d'entendre. No van ser situacions violentes, i ells tampoc tenien els meus 45 anys d'ara. Eren joves. A la Hanne la vaig veure en un concert i em va enamorar. Aquells amors platònics... La prefereixo a l'Scarlett Johansson. Un petonet, guapa. (La paraula potser seria candenciós, però no em facis massa cas, que el català i jo estem barallats.)

     

    Paseante el que escrius no transmet gens de violència sinó curiositat. De totes maneres, i crec que no és el cas, no m'agrada la imposició del fort contra el dèbil. Potser no ho he dit bé...

    Per sobre de la Johansson... I-N-C-R-E-Ï-B-L-E... em continues sorprenent! petons

     

    L'altre dia vas preguntar-me si la cançó de l'Amaral és veritat o no és veritat, t'he fet un comentari de text més o menys, del què jo crec que diu la cançó; si passes ho podràs llegir!

     

    Quin gust llegir-te.... M'has recordat a la peli de "la cinta blanca" que vaig tenir la sort de poder-la veure al costat del meu xicot, al cine vell del poble, que encara funciona.... vaig fer la comunió al 77, sé i recordo como aneven algunes coses, i tinc la sensació que moltes de les experiències, en la distància han estat compartides per molts de nosaltres.... Gràcies, un petó!

     

    M'agrada llegir-te. M'agraden les teves históries. Prometo tornar sovint, ho trobava a faltar :)

     

    ai, Paseante...que jo em passe el dia envoltada d'adolescents (i me'ls estime amb tot el meu cor) però em sembla que ja no són tan innocents com tu en aquella època... de fet, en tinc proves! :P

    He buscat aquell post dels àngels que m'has dit. Em sembla que encara no ens coneixiem vosté i jo en aquell moment. Però evidentment ja m'agradaves. Muaks.

     

    avui estic afònic... tornaré, val?
    coleguita...

     

    Gairebé tothom acumulem petits plaers (diaris, setmanals, ...) que, sense cap mena de peatge econòmic, ens fan la vida més feliç.

    En el meu cas cosetes com anar a jugar al bàsquet algun dissabte al matí amb el nen, remenar llibres per la biblioteca del Vapor Vell o seure una estoneta a escriure quatre tonteries en un document de word em fan, allò que potser un pèl cursiment diem, gaudir.

    Llegir els teus escrits, aprofitant un forat a la feina com ara, em fa, de veritat, "disfrutar" com un "enanu".

     

    Rateta, la Johansson sembla una nina inflable :-)

    Filadora, l'acabo de llegir. Crec que has fet una bona interpretació del tema d'Amaral. M'ha agradat. Gràcies.

    Cris, gràcies a tu. Aquesta peli se'm va escapar. I sovit recordem experiències viscudes per nosaltres en els textos dels altres. També em passa.

    M, m'alegra que hagis tornat a escriure. Et llegiré. M'agradava el que hi escrivies.

    Nimue, crec que ara són una mica més vivets els adolescents. Gràcies per mirar-te lo dels àngels.

    Gatot, afònic per la lliga del Barça?

    Òscar, gràcies. Això del bàsquet és aquell esport que sembla futbol aeri? (la frase no és meva)

     

    Ja es la tercera vegada que vinc a llegir-te sense poder comentar.He oblidat el que volia dir la primera i la segona, ara només em surt que com sempre m´ha agradat molt aquest passeig pre-adolescent i que espero l´adolescent i el jove madur, i si hi arribo, el iaio ye-yé.
    Aquesta infermera, molt rossa ella molts ulls blaus i molt guapa, però una mica malcarada, no? Total...si només et posava Vics Vaporub al pit! Ai....


    (la cantant m´ha agradat, en prenc nota)

     

    Ostres, tu també vas ser adolescent? ;)

    Jo recordo que una amiga, quan teníem 12 o 13 anys, va portar una de les revistes que havia trobat al seu pare. El que veiem ens va semblar increible jaja

     

    aii el sexe i la innocència... en fi...

     

    Paseante , estimadet... que lectura tan bonica abans d'anar a dormir... M'encanta el teu estil, les teves històries...
    Jo també era una bleda de preadolescent...en fí... m'agradaria tornar a aquella inocència, al descobriment del sexe, ... te la seva màgia!
    Besets i molt bona nit!!

     

    País, no cal comentar. Si llegeixes, ja és un honor. La rossa, d'ulls blaus, només tenia 18 anys. Suposo que va canviar, com jo.

    Khalina i, si m'apures, vaig ser nen. Passa les revistes. Me les deixes a la bústia? :-)

    Candela, són etapes. En fi...

    Albanta, gràcies. A casa teva hi trobo històries sensuals o sexuals. Però sempre són netes, mai fosques. Romàntiques amb un polsim de pebre. Va, que semblo el Ferran Adrià.

     

    Sempre m'admira la gent que sap trobar les paraules justes en el moment exacte.
    ..Així que et va dir : "alto como un pino y tonto como un pepino?...Ja!ja!..."

     

    Bien podría ser parte de una novela que te puedo asegurar que compraría... para leerla, no para dejarla en la estantería a la espera de que llegase un día tonto en el que empezarla.

    Me gusta mucho tu manera de contar, pero esto creo que no es ninguna novedad.