Antes de 2009


Nevaba en Navidad en la ventana del comedor de la tierra de la niebla, y todos parecíamos felices en la mesa. La sombra de Melahel se mantenía erguida tras los cristales tintados de la puerta de la granja de los caballos que da a la calle. Me aguardaba con paciencia, y dos paraguas en la mano, a que acabara de destripar canelones en la comida familiar. Después del café, salí a rogarle que esperara todavía un momento, porque vestiría con ropa de nieve al pequeño Hayden. Pero su madre bajó las escaleras a toda prisa para preguntarme si estaba loco, que el niño se iba a resfriar. El ángel Melahel me miró sin decir nada, porque él no habla, afirmándome con un gesto de sus manos que deberíamos ir solos a caminar sobre la nieve. Los copos caían densos, como en un cuento soñado por niños.

Dejamos nuestras huellas grandes en esos caminos vírgenes junto al canal, con nuestros abrigos largos, protectores, y las bufandas elaboradas por manos amigas. Hacía días que necesitábamos un afeitado, y el viento salvaje atraía los copos de nieve a nuestras barbitas a medio construir. Él parecía Lee Marvin y yo Ernest Borgnine, rumiando un atraco en un western clásico. Nos detuvimos bajo un manzano desnudo de hojas, y le ofrecí tabaco. Nos hemos pasado a los cigarrillos de liar por la crisis (Melahel a la fuerza, por simbiosis conmigo). Salen mucho más baratos. Nos despojamos de los guantes e iniciamos la ceremonia de hacer rodar las hebras por el papel. Hasta conseguir algo parecido a un pitillo. Temblábamos bajo los frutales. Él me mostró sus dedos congelados, con una sonrisa en sus ojos claros, enmarcados por un contorno de viejas arrugas. Nos pusimos de nuevo los guantes y tragamos humo de la picadura recordando que éste no había sido un mal año, mientras escupíamos los hilillos del tabaco sobrante. Han aparecido ángeles (como Melahel) en mi vida. Y los he sumado a los que compartían antes mi existencia.

Él y yo recreamos, dibujándolos con bocanadas de humo alternativas (como regalándonos cortometrajes), un viaje improvisado a Vilassar de Mar acabándose ese domingo de abril, una tarde en los jardines del Palau Robert por Sant Jordi (con libro robado), un paseo por el Turó Parc en un intermedio de un festival de música moderna (de esa que no se baila en pareja) a finales de mayo, unas tapas en Poble Nou cuando todo estaba cerrado esa noche de julio, una tarde de ese mismo mes en la plaza de la Revolució de Setembre de 1868 en que se regalaban besos, los sinpas de agosto y una noche disparando dardos en las fiestas de Sants, Pi-leau (en el puerto) y Sisa (con cervezas granizadas) por las fiestas de la Mercè de septiembre, un atardecer de finales de octubre en una estación aislada de autobuses -rumbo sur, un dormitorio en un altillo tras las persianas de un taller mecánico en noviembre, un paseo por el Mercat de Sant Antoni una mañana de domingo soleado de diciembre empujando un carrito lleno de libros, una noche de hace poco en la terraza de un hotel mirando pasar la gente por el paseo de Gràcia.

Esa tarde de nieve en Navidad, le dije a Melahel que ya bastaba de nostalgia, que debíamos regresar a casa porque en el canal Barça Televisió pasaban la repetición (del pasado verano) del Barcelona Atlètic-Barbastro de ascenso a segunda B. Apagó su colilla en el suelo congelado, junto al tronco de un manzano viejo. Y caminó conmigo de regreso a la granja. Fastidiado. Dejando su rastro invisible de ángel en la nieve de la tierra de la niebla. Espero que me acompañe este nuevo año. Me he acostumbrado a su presencia.

PD: Que tingueu un bon 2009. Que us vagi tot de cara. I seguiu escrivint. Busqueu una miqueta de temps per fer-ho. Em feu falta tots plegats, igual que l'àngel. Ilse ya te pasaré la traducción por email :-)

Cásate conmigo II


Hace unas semanas escribí un post pidiendo propuestas de blogs que os gustaría que se hermanaran, que sus autores se leyeran, que se descubrieran porque habitan un universo común. Tuve respuestas, y decidí celebrarlo con un encuentro.

Ayer por la tarde Melahel y yo sudamos extendiendo una pesada alfombra roja en la acera frente al teatro principal de Blogville (copyright de Violette). Dispusimos el photo call en el vestíbulo (con un único logo patrocinador: HFC - Harén Fútbol Club). Organizamos el front row, esa primera fila del teatro en la que se sentaría la gente que escribe, pero que no iba a desfilar por la alfombra porque nadie los ha elegido (y eso me apena). El ángel y yo cuidamos los freebies (pequeños detalles en forma de botellita de cava y canapés) para ellos, en compensación. Hace días mandamos un dosier de prensa a los medios especializados, y los plumillas y los fotógrafos llegaron con mucha antelación al pool, exigiendo tentempiés, mientras Melahel y yo fumábamos exhaustos, escondidos en el kissing room.

A las nueve en punto de la noche apareció la primera limusina. Descendieron del brazo Mirielle y Martí. Ella con vestido de terciopelo rojo de Carolina Herrera. Él con traje oscuro de Jil Sander. Los flashes contrajeron sus retinas frente al photo call. Esa era mi propuesta de pareja bloguera.

Para Rita, vestida de Aghata Ruiz de la Prada, la pareja éramos Emily y yo. Ella desfiló con un un vestido en degradé de Karl Lagerfeld para Chanel, y yo ataviado de rebajas. Como Emily y yo teníamos nominaciones para emparejarnos con distintos autores de blogs corrimos tras el photo call, como en las películas de indios, para aparecer de nuevo en escena agarrados a otros brazos.

Para Emily, las parejas eran ella con MK o con Rita. Desfilaron las tres por la alfombra roja. Emily continuaba de Chanel. Y ellas lucían el mismo modelo de Ágatha Ruiz de la Prada, un vestido blanco volante sin mangas, con efecto nido de abejas. Se observaban de reojo con un supuesto rencor por esa coincidencia, mientras los chicos de la prensa las inmortalizaban con sus cámaras.

Violette, que llevaba un wrap dress rojo intenso de Diane Von Furstenberg, declaraba en matrimonio los blogs de Arare y el Veí de Dalt. Ella lucía un vestido negro con escote bañera y flor roja de Yves Saint Laurent. Y él un trajecito de hace unas temporadas de Moschino. Después corrió como un indio porque debía aparecer de nuevo frente al photo call.

El Veí de Dalt me propuso como pareja de baile. Paseamos juntos del bracito unos instantes sobre la alfombra roja, con una sonrisa hipócrita. Pero cuando se fundió el último flash nos soltamos inmediatamente para darnos la espalda. Continuaba con su traje demodé de Moschino, y yo iba como podía.

Menta Fresca, con vestido de muselina beige de Yves Saint Laurent, quería ver desfilar a Diana con Striper. Ella inició su paso por la alfombra con un traje turquesa de Galiano, con mangas tres cuartos. Y él iba de Miu Miu.

Xurri desfiló conmigo, un poquito al menos. Ella se decantó por un diseño de Bottega Veneta gris piedra, con finos pétalos en tres dimensiones.

Para Khalina, que mostraba un vestido de noche negro y rosa de tercipopelo y satén de Yves Saint Laurent, la pareja ideal (que aparecía ahora sobre la alfombra) eran Estrip y Lena. Ella con un vestido negro estilo años ochenta de Balenciaga. Y él uniformado de Oscar de la Renta.

MK (permanecía vestida de Ruiz de la Prada, con el nido de abejas intacto) quiso hacerme desfilar de nuevo con Emily. Salimos de nuestro escondite tras el photo call y pisamos de nuevo la pasarela.

Joana, con un vestido de tartán estampado en gasa de D&G, ofreció dos propuestas de parejas que descendían ahora de las correspondientes limusinas: Puso los pies en la calzada Iruna seguida por Xexu. Ella llevaba un vestido babydoll de Miu Miu. Y él un traje de Bally.

La segunda propuesta de Joana era Tondo Rotondo y Zel. La chica paseó un vestido tipo blusón de Preen con cuadros estilo cowboy. Y él un impecable traje de Cerruti.

Atikus acudió con un modelo de Gianfranco Ferre para elegir su pareja de blogueros. Se decantó por el lateral zurdo y MK. Él vestía de Gucci, y ella con el nido de abejas.

M, vestida con un discreto traje de Yves Saint Laurent, de chaqueta gris con un maxicinturón de cuero, me invitó a aparecer de nuevo en escena para dejarme retratar con ella.

Después del contacto con la prensa entramos al teatro, donde nos aguardaba el público

En el front row estaba Gemma, vestida de cuero negro por Marc Jacobs. Be, con vestido morado de Erden. Ilse con un estupendo little black dress de Balmain. Ôscar con traje de Burberry. Sumpta con vestido de cuadros mods grises, blancos y morados de Just Cavalli. Silenci estaba enfundada en un vestido negro con cintura lila de Narciso Rodríguez. Katrin siempre es elegante. Esta noche con una falda roja y una camisa morada de cuadros de Tommy Hilfiger. Anna, con un modelo verde sin mangas de Bottega Veneta y guantes cortos de piel del mismo color. Albanta, vestida de Oscar de la Renta, estilo años veinte. Thaís, con falda verde claro y chaqueta negra del brasileño Alexandre Herchcovitch. Nimue con una pieza champán de gasa de Dolce & Gabbana con chaleco de pelo (ideal para ir en zepe). Alatrencada con un vestido gris piedra estampado con flores abstractas de Dolce & Gabbana. The Silver Blue Sea, con uniforme de aires folk de Gucci. La Rateta Miquey con vestido años 20 de Lanvin. Helena con un magnífico modelo fucsia en forma de A de Galiano. Bárbara con un vestido estampado urban chic de Diane Von Furstenberg. Edelia con un diseño estilo sixties de Dior. Somiant la lluna, discreta en su asiento, con vestido de aires folk de Gucci. Y Fra Miquel con sotana. Todos permanecían expectantes en sus asientos, porque el Veí de Dalt y yo les prometimos un fin de fiesta entretenido.

Nos cambiamos de ropa para subir al escenario. Él prefería mantenerse enfundado en su traje de Moschino, pero le obligué a ponerse una camisa azul claro, estilo José Antonio Camacho, con manchas en las axilas. Yo lucía un práctico chandal, estilo Luis Aragonés, con el escudo de la selección española. Impartimos conjuntamente una charla corta y amena, de apenas un par de horas: "La importancia del juego de bandas en el fútbol moderno". Nadie se largó en los primeros diez minutos.

PD: Ha quedado un post algo pijo. Pero todos tenemos derecho a sentirnos especiales al menos una vez en la vida. Y más en Navidades. Y esas ropas alquiladas nos caen bien, qué carajo.

PD2: Que tingueu unes molt bones festes de Nadal (Ilse, lo escribo en catalán para que no te enteres de mi deseo).

Gran hotel


Siempre me he preguntado cómo debió ser su cortejo. Cómo se enamoraron. Jamás lo averiguaré, porque me cuesta hacer ese tipo de preguntas. Él vivía en un pequeño pueblo de la tierra de la niebla. Tenía casi treinta años. Era funcionario, pero no le alcanzaba para comprar un coche rojo e ir a impresionarla, con la capota bajada. Ella vivía a cinco kilómetros de la ciudad grande de la tierra de la niebla, en una masía con un canal que cruzaba sus fincas, donde pescaba cangrejos de agua dulce. Tenía poco más de veinte años. Era guapa con ganas en esas fotografías en blanco y negro que ahora mira con nostalgia, cuando está triste. Más atractiva que Sofía Loren. Era campesina y ganaba lo justo para adquirir esa bicicleta con la que recorría caminos cercanos, encharcados, con el cabello alborotado. Esperando a que apareciera él, caminando por ese arcén de la carretera deshabitada, com las manos en los bolsillos.

Les separaban treinta kilómetros, que entonces era un mundo. A pesar de todo, se enamoraron en algún lugar a medio camino, en alguna fiesta al aire libre. Imagino sus viajes en tren y las caminatas para verse cuando eran guapos de verdad, cuando no les importaba el sudor en el cuerpo del otro tras el trayecto. Carecían de internet para mantener el contacto, pero eso no resultó un obstáculo para acabar en esa habitación del gran hotel mucho tiempo después. En esa habitación del gran hotel ahora.

Este sábado pasado estaba en lo alto de la terraza del hotel Condes de Barcelona (passeig de Gràcia) mirando el cielo nublado de noche. Había olivos plantados en varias esquinas, y una piscina tapada con plástico, aguardando a que llegara el futuro verano. Y una luna oculta. Dejaba fluir el tiempo, buscando la luminosidad del satélite entre los cúmulos, mientras mis padres se cambiaban de ropa en su habitación, allá abajo, en la cuarta planta. Ella aliviaba ese flujo interno inesperado, que le había visitado sin avisar. Él aguardaba en la puerta del baño, preocupado por esa mujer de la que se enamoró en algún lugar a medio camino, en alguna fiesta al aire libre. Hacía tanto tiempo.

Dejaba pasar los minutos en mi reloj, para que ellos se pusieran cómodos en su dormitorio. Para no incordiarles. Entretanto subieron unos japoneses para sacar fotos de la ciudad, desde esa altura. Fumaba, ajeno a ellos, mirando ese cielo gris y recordando que mis padres estaban cumpliendo su cuarenta y cinco aniversario de casados en ese hotel (era el regalo que pensó para ellos mi hermana). Poniéndose el pijama y preguntándose si estaban bien. En la calle vi transitar sombras de personas diminutas, como hormigas, cada una con sus problemas a cuestas. Con sus ganas de llegar a casa y abrir el ordenador para enamorarse de una persona, a cien o mil kilómetros de distancia, que quizá pesca cangrejos de agua dulce en un canal.

La vida fluía en ese paseo. Y en la cuarta planta del gran hotel. En la habitación 407. Seguía fluyendo allí.

Melahel


Me gustaría comprarme una casita de cincuenta metros cuadrados, con jardín soleado de veinticinco que anuncian hace tiempo en una inmobiliaria. Siempre pego la nariz en ese escaparate, aunque sé que no podré tenerla jamás. Este lunes, busqué en el mapa dónde se ubicaba aproximadamente, y resoplé ascendiendo esas cuestas hasta llegar a la calle de Sant Cugat del Vallès, en Barcelona. Era una zona de hogares de planta baja, en una cima. Melahel me puso la mano en el hombro y me consoló porque no me gustaba el lugar, ni el desnivel canalla, ni mi imposibilidad para adquirirla. A veces él está, y a veces no está. Me he acostumbrado a verle aparecer de la nada, o a desaparecer en la nada. Es mi ángel de la guarda. Me tocó éste y no me quejo. Es aseado, discreto, viste elegante y sus ojos transparentes me calman en los malos momentos.

Astrid me adelantó hace veinte años que tenía un ángel que me protegía. Pensé que eran locuras suyas, tonterías de juventud. Hasta que hace poco viajaba solo. En el vagón de tren había gente de todas las razas leyendo, durmiendo, hablando por el móvil, tecleando en el ordenador portátil. A través de la ventanilla observaba paisajes oscuros, luces aisladas de masías centenarias en las que el silencio sólo quedaba interrumpido por los ladridos de los perros guardianes cuando veían pasar el convoy apenas cuatro veces por día (en ambas direcciones). Sentí nostalgia de esos hogares en los que jamás había vivido y en los que jamás viviría. Me giré en el asiento. Un tipo desconocido me puso la mano en el hombro para consolarme. Era aseado, discreto, vestía elegante y sus ojos transparentes me calmaron en ese momento.

Astrid siempre me contaba que tenía un ángel que me cuidaría en el devenir de la vida. Era seguro, según ella. Sabía todos sus nombres: Iezabel, Mebahel, Vehuiah... Me correspondía Melahel por fecha de nacimiento. Me he acostumbrado a su cuerpo espigado, a su mirada clara, a su traje oscuro, a que aparezca entre los manzanos, o en el paseo de Sant Joan, o en la entrada al cine Verdi. Para ponerme la mano en la espalda. Me calma. Y nunca dice nada, en su discreción.

Hace dos semanas estaba tomándome una cerveza en la barra de La Bodegueta, en Rambla Catalunya, ajeno a todo. Solo. En una mesa, dos mujeres adultas, con mirada de niñas eternas, se explicaban secretos. Riendo. La más tímida le entregó un paquete a su amiga. Ella rasgó el envoltorio y sacó a escena una estupenda colcha elaborada tras mil horas de manualidades. En su mirada se podía leer que estaba encantada. Observó al público, me observó a mí, y explicó extrovertidamente en voz alta lo que le habían regalado, mientras parecía torear con la colcha preciosa. Contó que era feliz, y que pedía a los feligreses un aplauso para su amiga, mientras ésta se moría de vergüenza. El público se quedó algo perplejo y no supo qué hacer. Me encantó la imagen, esa mezcla entre dos mujeres tan diferentes y tan cercanas al mismo tiempo. Una tímida y otra alocada, unidas por un enlace extraño. Pensé que jamás tendría un momento así, y me giré para sorber mi cerveza. Pero Melahel me puso la mano en el hombro. Él nunca bebe, así que sólo tuve que pagar mi consumición.

Ese día no quiso desaperecer de mi lado. Me llevó a la exposición de Ródchenko en La Pedrera. Le dije que ya la había visto, pero él no detenía su paso. Cruzaba los semáforos sin respetar el rojo de las señales, y me costaba perseguirle. Entró sin poner su mochila en el escáner, y se alejó de mí mientras yo esperaba el visto bueno del agente de seguridad. Le encontré en la segunda sala de la galería. Me llamó con el dedo índice, silueteado frente a un cuadro de tonos rojizos, y me hizo mirar a un chico que extraía dos manzanas verdes de su mochila para compartir con una chica demasiado delgada. El ángel me sonrió.

Ese día, Melahel no quiso desaperecer de mi lado. Me arrastró a una calle estrecha de Gràcia. Un grupo de adolescentes improvisaban un botellón en la acera. Me señaló un hombre de mediana edad que avanzaba por la calle con el teléfono móvil pegado a la barbilla. Cuando él dijo: "ja sóc aquí", se elevó la persiana de un taller de reparaciones, hasta alcanzar la mitad de su recorrido. El hombre del teléfono se agachó para cruzar el umbral. Le esperaba una mujer en la oscuridad. Los adolescentes se quedaron mirando la media elevación de la persiana de un taller de coches en la madrugada. El transeúnte les dijo que no pasaba nada, que siguieran con su fiesta alcohólica. Entró. Y la cortina metálica se cerró tras sus sombras.

Me gustaría vivir alguna escena así. Quise decírselo a Melahel. Pero me puso la mano en el hombro, para pedirme paciencia. Caminamos despacio. En silencio. El cielo estaba preñado de estrellas.

PD: MK siempre nos regala kits de supervivencia. ¿Se los regalamos nosotros a ella? Es lo poco que nos pide para esta Navidad: ponerle una idea. Sería chulo que le ayudáramos a hacer su blog, ahora que tiene problemas con internet. Venga, no seáis perezos@s.

PD2: Gracias a Ilse por esa canción que he puesto. ¿Qué sería de mi vida sin ella? Gracias niña. Ets el meu segon àngel (lo escribo en catalán para que no lo entiendas, que aún te harás ilusiones).

PD3: Para cuando se despierte ella, camino del sur, con la brujita.

PD4: A petición de vosotr@s, pongo la lista de ángeles por fecha de nacimiento. Está copiado de aquí:

Vehuiah - Dios elevado y exaltado por encima de todas las cosas - 21 a 25 Marzo
Jeliel - Dios que socorre - 26 a 30 Marzo
Sitael - Dios esperanza de todas las criaturas - 31 Marzo a 4 Abril
Elemiah - Dios oculto - 5 a 9 Abril
Mahasiah - Dios salvador - 10 a 15 Abril
Lelahel - Dios loable - 16 a 20 Abril
Achaiah - Dios bueno y paciente - 21 a 25 Abril
Cahetel - Dios adorable - 25 a 30 Abril
Haziel - Dios misericordioso - 1 a 5 Mayo
Aladiah - Dios propicio - 6 a 11 Mayo
Lauviah - Dios loado y exaltado - 12 a 16 Mayo
Hahaiah - Dios refugio - 17 a 21 Mayo
Iezalel - Dios glorificado sobre todas las cosas - 22 a 26 Mayo
Mebahel - Dios conservador - 27 a 31 Mayo
Hariel - Dios creador - 1 a 6 Junio
Hekamiah - Dios que rige el universo - 7 a 11 Junio
Lauviah - Dios admirable - 12 a 16 Junio
Caliel - Dios pronto a socorrer - 17 a 21 Junio
Leuviah - Dios que socorre a los pecadores - 22 a 27 Junio
Pahaliah - Dios redentor - 28 Junio a 2 Julio
Nelkhael - Dios solo y único - 3 a 7 Julio
Yeiayel - La derecha de Dios - 8 a 12 Julio
Melahel - Dios que libera de los males - 13 a 18 Julio
Haheuiah - Dios bueno por sí mismo - 19 a 23 julio
Nith-haiah - Dios que da sabiduría - 24 a 28 Julio
Haaiah - Dios oculto - 29 Julio 2 Agosto
Yerathel - Dios de bondad - 3 a 7 de Agosto
Seheiah - Dios que cura a los enfermos - 8 a 13 de Agosto
Reiyel - Dios pronto a socorrer - 14 a 18 Agosto
Omael - Dios paciente - 19 a 23 Agosto
Lecabel - Dios que inspira - 24 a 28 Agosto
Vasariah - Dios justo - 29 Agosto a 2 Sept.
Yehuiah - Dios que conoce todas las cosas - 3 a 8 Sept.
Lehahiah - Dios clemente - 9 a 13 Sept.
Chavakiah - Dios que da alegría - 14 a 18 Sept.
Menadel - Dios adorable - 19 a 23 Sept.
Aniel - Dios de las virtudes - 24 a 28 Sept.
Haamiah - Dios la esperanza de todas las criaturas de la tierra - 29 Sept a 3 Oct.
Rehael - Dios que recibe a los pecadores - 4 al 8 Octubre
Ieiazel - Dios que regocija - 9 a 13 Octubre
Hahahel - Dios en tres personas - 14 a 18 Octubre
Mikael - Semejante a Dios - 19 a 23 Octubre
Veuliah - Dios rey dominador - 24 a 28 Octubre
Ylahiah - Dios eterno - 29 Octubre a 2 Nov.
Sealiah - Dios motor de todas las cosas - 3 a 7 Nov.
Arial - Dios revelador - 8 a 12 Nov.
Asaliah - Dios justo que señala la verdad - 13 a 17 Nov.
Mihael - Dios padre socorrible - 18 a 22 Nov.
Vehuel - Dios grande y elevado - 23 a 27 Nov.
Daniel - Dios misericordioso - 28 de Nov a 2 Dic.
Hahasiah - Dios oculto - 3 a 7 Dic.
Imamiah - Dios elevado por encima de todas las cosas - 8 a 12 Dic.
Nanael - Dios que rebaja a los orgullosos - 13 a 17 Dic.
Nithael - Dios rey de los cielos - 18 a 22 Dic.
Mebahiah - Dios eterno - 23 a 27 Dic.
Poyel - Dios que sostiene el universo - 28 a 31 Dic.
Nemamiah - Dios loable - 1 a 5 Enero
Yeialel - Dios que atiende las generaciones - 6 a 10 Enero
Harahel - Dios que conoce todas las cosas - 11 a 15 Enero
Mitzrael - Dios que consuela a los oprimidos - 16 a 20 Enero
Umabel - Dios por encima de todas las cosas - 21 a 25 Enero
Iah-hel - Dios ser supremo - 26 a 30 Enero
Anauel - Dios infinitamente bueno - 31 Enero 4 Febrero
Mehiel - Dios que vivifica todas las cosas - 5 a 9 Febrero
Damabiah - Dios fuente de sabiduría - 10 a 14 Febrero
Manakel - Dios que mantiene todas las cosas - 15 a 19 Febrero
Eyael - Dios delicia de los niños - 20 a 24 Febrero
Habuhiah - Dios que da con liberalidad - 25 Feb. a 1 Marzo
Rochel - Dios que lo ve todo - 2 a 6 Marzo
Jabamiah - Dios verbo que produce todas las cosas - 7 a 11 Marzo
Haiaiel - Dios dueño del Universo - 12 a 16 Marzo
Mumiah - Dios finalidad de todas las cosas - 17 a 21 Marzo

Que conste que no me he hecho adicto a una secta. Aquí tengo a Melahel para certificarlo.