Vicky
jueves, 29 de marzo de 2007 by el paseante
Hace diez años descubrí internet. Aprendí a enviar correos electrónicos, sin poder mandar ninguno porque no conocía a nadie que en aquella época estuviara conectado a la red. Por eso me dediqué a navegar. Lo primero que busqué fue shark attack, y me asusté con los resultados. Tuve curiosidad por las páginas que hablaban de Sterling Hayden o de las colonias textiles en Terrassa. Alguna vez apreté el botón equivocado y apareció en pantalla una señorita en paños menores que apagué inmediatamente.
Un día supe que se podía hablar con desconocidos on-line. Pasé un tiempo intercambiando recetas culinarias con una abuela de Costa Rica llamada María (me gustaría que leyeras esto, aunque será complicado). Después charlé con una estudiante de Hispánicas de la Universidad de Illinois que me envió por correo ordinario unas estauillas chinas en su viaje por ese país (todavía las conservo Norma).
La primera vez que afiancé una amistad fue con Vicky. Nos cruzamos muchos correos electrónicos. El primero se titulaba Cacaolat. Comenzaba: "Hola Joan. No sé cuándo leerás esto, pero es igual porque no es nada importante. Quería que supieras que lo pasé muy bien en La cueva...". (La cueva es el nombre de un chat de entonces.) Mucho más tarde, busqué su número de teléfono en la guía y la llamé sin decirle nada. Ella hizo lo mismo, días después, sin pronunciar palabra. Eran silencios extraños, quizás de amigos que querían serlo en la vida real. Nos escribimos durante un par de años, hasta que perdimos el contacto, seguramente por mi culpa, en mi mudanza a Barcelona. Ahora duermo a cinco minutos de su piso de entonces y ella vive a una hora de avión de mi apartamento actual, porque se trasladó a una isla. Me cuidó como un ángel durante ese tiempo depresivo. Quizás por eso jamás la he olvidado.
Este fin de semana jugaban a fútbol en el primer canal: España-Dinamarca. Preferí hacer zapping y encontré en BTV el inicio de emisión de Cielo sobre Berlín, de Win Wenders. Es una película que tenía pendiente desde que me aconsejó visionarla una alemana menuda en aquella cocina de Freiburg im Breisgau, con la excusa de que ella había trabajado en la biblioteca que aparece en el film. Fue antes de internet y de Vicky.
Los ángeles Damiel (Bruno Ganz) y Cassiel (Otto Sander) recorren la ciudad dando respaldo -con una mano en el hombro- a la trapecista francesa con alas de pollo ("nuestra historia es la historia de nuestros antepasados"), al historiador moribundo ("si el mundo pierde a su narrador, pierde su infancia"), a la prostituta sin chulo ("era bueno, demasiado bueno, por eso la palmó tan pronto"). Damiel se enamora de la trapecista y pierde sus poderes etéreos. Y no voy a contar más cosas del final de esa pelicula, aunque ya tenga veinte años de antigüedad.
Después de visionar la cinta, quise buscar información sobre mi viejo ángel llamado Vicky en internet. Sólo aparece una entrada en una web sobre crianza natural de bebés. Se ha convertido en terrestre, ha perdido sus alas y tiene una niña que cumplirá 4 años el 28 de marzo. Se llama Anna Caterina, y hace días que no borro la sonrisa de mi boca. La imagino cuidándola como hizo conmigo, adicta al cacaolat.
Un día supe que se podía hablar con desconocidos on-line. Pasé un tiempo intercambiando recetas culinarias con una abuela de Costa Rica llamada María (me gustaría que leyeras esto, aunque será complicado). Después charlé con una estudiante de Hispánicas de la Universidad de Illinois que me envió por correo ordinario unas estauillas chinas en su viaje por ese país (todavía las conservo Norma).
La primera vez que afiancé una amistad fue con Vicky. Nos cruzamos muchos correos electrónicos. El primero se titulaba Cacaolat. Comenzaba: "Hola Joan. No sé cuándo leerás esto, pero es igual porque no es nada importante. Quería que supieras que lo pasé muy bien en La cueva...". (La cueva es el nombre de un chat de entonces.) Mucho más tarde, busqué su número de teléfono en la guía y la llamé sin decirle nada. Ella hizo lo mismo, días después, sin pronunciar palabra. Eran silencios extraños, quizás de amigos que querían serlo en la vida real. Nos escribimos durante un par de años, hasta que perdimos el contacto, seguramente por mi culpa, en mi mudanza a Barcelona. Ahora duermo a cinco minutos de su piso de entonces y ella vive a una hora de avión de mi apartamento actual, porque se trasladó a una isla. Me cuidó como un ángel durante ese tiempo depresivo. Quizás por eso jamás la he olvidado.
Este fin de semana jugaban a fútbol en el primer canal: España-Dinamarca. Preferí hacer zapping y encontré en BTV el inicio de emisión de Cielo sobre Berlín, de Win Wenders. Es una película que tenía pendiente desde que me aconsejó visionarla una alemana menuda en aquella cocina de Freiburg im Breisgau, con la excusa de que ella había trabajado en la biblioteca que aparece en el film. Fue antes de internet y de Vicky.
Los ángeles Damiel (Bruno Ganz) y Cassiel (Otto Sander) recorren la ciudad dando respaldo -con una mano en el hombro- a la trapecista francesa con alas de pollo ("nuestra historia es la historia de nuestros antepasados"), al historiador moribundo ("si el mundo pierde a su narrador, pierde su infancia"), a la prostituta sin chulo ("era bueno, demasiado bueno, por eso la palmó tan pronto"). Damiel se enamora de la trapecista y pierde sus poderes etéreos. Y no voy a contar más cosas del final de esa pelicula, aunque ya tenga veinte años de antigüedad.
Después de visionar la cinta, quise buscar información sobre mi viejo ángel llamado Vicky en internet. Sólo aparece una entrada en una web sobre crianza natural de bebés. Se ha convertido en terrestre, ha perdido sus alas y tiene una niña que cumplirá 4 años el 28 de marzo. Se llama Anna Caterina, y hace días que no borro la sonrisa de mi boca. La imagino cuidándola como hizo conmigo, adicta al cacaolat.
Saps que aquesta noia de la foto, Solveig Dommartin va morir? i que jo només per posar aquesta foto tant maca volia fer una entrada al meu bloc? quines coincidencies més extranyes...
Jo també vaig tenir durant un temps, ja fa més de dos anys d'això, un àngel de la guarda que em va fer molta companyia en moments difícils. Encara ens anem escrivint de tant en tant, suposo que es per l'enyorança d'una tendresa que encara ens uneix.
Hi ha records que no s'esborren mai.
Jo, això que descrius no sé ben bé què és... els meus àngels de la guarda sempre em truquen per telèfon quan estic trista o em conviden a sopar per fer-me riure... Però ho puc entendre i és per això que estic encantada de viure a Blogville i saber que tots vosaltres hi sou si m'agafa l'atac de solitud (que de vegades m'agafa dia sí i dia també).
No deixa de ser una mena d'amistat amb lligams molt forts, no et sembla, Paseante?
Sí, Violette, però com els reis mags: si els veus, s'acaba.
La Vicky i el paseante ho sabien: al telèfon, callats.
No ho sabia això de la Solveig Dommartin. Ho sento per ella. Semblava bona actriu i era maca. Però ara parlem d'ella i continua viva. Vaig estar a punt de no posar aquesta foto, Emily. Estava entre aquesta i una del Bruno Ganz que m'agradava molt. Són curioses aquestes casualitats nostres. Escriu aquest post amb la foto de la Solveig i dona-li noves ales.
Mai no s'esborren Gemma, maca. I d'això se'n diu estimar algú.
Jo penso que sí Violette. Ara tens àngels amb ales (els de Blogville) i sense ales (els de la vida diària). No et pots queixar.
Com sempre, les teves paraules fan pensar Katrin, en silenci.
Esto entonces hubiera sonado muy raro, pero ahora ya no tanto, y lo puedo decir tranquilamente: A mí internet me cambió la vida (sí, Paseante, como Rufus Wainwright). La sentimental, y por ende la profesional. Y también puedo decir que la gente más divertida, la más interesante, la que ahora más quiero, llegó a mi vida en un extraño diciembre de 1996 en forma de mails sobre cine.
Potser el més important és recordar-ho amb un somnriure. Ser capaços de sentir de nou tot allò que ens va fer feliços, instants ínfims però plens!
;)
Curiosa (i bella) història, Paseante; tot i que jo rpefereixo els àngels als quals pots tocar les ales i quedar per sopar; em plau saber que hi ha àngels a cada bloc; que vigilen, i tenen cura d'un; sempre. Em recorda el llibre "Sobre los ángeles" d'Alberti. N'hi ha de bons i dolents.
Y yo que pensaba que la gente más interesante, la más divertida, la que ahora más quieres... había llegado a tu vida hace un par de años. Ya te vale Ilse. :-)
Especialment, si tens tirada a la nostàlgia Joana.
Gràcies Veí de dalt. Com que m'agrada com escrius i voltes per aquí de vegades, t'he posat un link i així et puc llegir amb més facilitat. Gràcies per venir.
Una història preciosa. I real. No estic d'acord amb katrin (no del tot). De vegades quan els veus encara tenen més encant.
Hace unos tres años el FNac editó para Navidades unas latas regalo que incluían , una película , un reloj de plástico, que no llegó a funcionar con una imagen alusiva y una camiseta. Me autoregalé "el Cielo sobre Berlín" , la había visto hacía tiempo y me encantó recuperarla. La camiseta está hecha un desastre , pero aún la conservo. Y en la caja de latón guardo mis negativos en blanco y negro.
Arare, jo crec que el misteri ens atorga un plus que a la realitat es perd.
Bienvenida MK. Está bien eso de autoregalarse cosas. Veo que las camisetas te duran poco :-) Y esas cajas de latón son bonitas con ganas.