La Torre del Capità


En Catalunya, los lunes de Pascua es tradición comerse un pastel llamado mona, coronado por un huevo de chocolate. Proviene del árabe munna, que significa "algo que llevarse a la boca". Esa torta simboliza que las abstinencias de la Cuaresma han acabado para los católicos, y con ellas la tristeza de esos días, los pasos de Semana Santa en la tele, las películas de romanos, el balance de muertos en la carretera.

Cuando era niño, veía pasar bajo mi ventana a mis compañeros de curso en bicicleta hacia el campo para comerse la mona. Se ponían de pie sobre los pedales y agachaban el torso sobre el manillar para alcanzar una mayor velocidad, mientras se reían, dirigiéndose a esa felicidad bajo los viejos chopos de la Torre del Capità.

Nunca estuve allí. Ni de mayor. Jamás me invitaron. En esa época me hubiera gustado ser el hombre visible.

Este lunes quería comer la mona con mis padres. Pero la señora Sofía me sugirió, el día anterior, que sería mejor que regresara a Barcelona. Lamentaba no disponer de tiempo para prepararme la comida mañana porque tenía ganas de montarse en su bicicleta, junto al tenista, e imprimir velocidad a sus pedales, mientras agachaban sus torsos sobre el manillar para dirigirse a la Torre del Capità con unos amigos de su generación septuagenaria. Y reírse juntos bajo esos viejos árboles que desconozco, donde debe residir la felicidad.

Le prometí que me calentaría yo mismo la comida y que lavaría los platos. Ni por esas.

Tomé el tren de regreso a Barcelona a las cuatro y diez. Llovía tras el cristal, mejorando las tonalidades verdes de los campos de cebada en las lomas, apenas salpicadas por erupciones amarillas y violetas de plantas aromáticas.

En la ciudad seguía cayendo agua del cielo. Dejé el equipaje en el piso y bajé hasta el Gòtic en el ómnibus 39.

Llovía sin fuerza, pero con constancia, y las luces de las furgonetas de limpieza brillaban en el asfalto húmedo. En Portal de l'Àngel, un adolescente musculado con una tapa de cabello sobre el cráneo rapado se mofaba de un hombre que caminaba con dificultad (quizá por una poliomelitis infantil). Lo hacía a su sombra, mientras sus amigas anilladas lo grababan con un teléfono móvil y se reían como imbéciles (pero eso es culpa de los maestros, porque sus padres ya hacen suficiente con ganar dinero para comprar ese todoterreno tan caro del que dispone el vecino desde hace tiempo). En esta época me gustaría, a veces, ser el hombre invisible.

Remonté hasta el Pla de la Seu. Un vagabundo joven (sin duda no supo invertir a tiempo en bolsa, ni formar parte de esa banca que ahora exige -y obtiene- ayudas estatales de muchos millones de euros, ni estar afiliado siquiera a un partido político con posibilidades de ganar unas elecciones) leía un periódico en la penumbra de un portal de la catedral. Me pareció que era La Vanguardia de este domingo, salvada de una papelera. La devoraba con ganas (como queriendo no olvidar que un día formó parte del sistema). A su lado un gos d'atura se hacía un hueco entre sus pertenencias. Al final se tumbó y puso su cabeza sobre una manta que parecía húmeda. Me recordó al señor Gris -era igualito a él-, cuando le entraba de repente el sueño. Y le daba igual el lugar y las condiciones. Sólo quería oler el cuerpo de alguien conocido a su alrededor. Y dormir tranquilo.

Seguí caminando hasta la plaza del Rei. Dos chicas jóvenes cantaban con guitarras, refugiadas junto al portalón del Saló del Tinell:

"Dime por qué me rechazas
si ningún hombre te ama como yo
no trates de ofenderte
es que no quiero perderte te extraña mi corazón
Mis ojos llorarán, llorarán..."

Tenían las voces graves en esos cuerpecitos menudos, que podrías derribar de un soplido. Pero su fuerza estaba en la voz. Entonaban bien. No pedían limosna. Lo hacian por placer tras esa fina cortina de lluvia, en esa puerta que una vez cruzó Colón para dar parte de su descubrimiento a los reyes. Me quedé un ratito escuchándolas bajo el paraguas. Simulando ser un turista que observaba los muros y las torres. Estaba seguro de que sus padres prefirieron regalarles unas clases de música, antes que ampliar el parque móvil de la familia.

Permanecí allí, erguido, dibujando con mis pies su tema musical. Hasta que me entró la vergüenza y me escapé. Casi paró de llover. Cerré el paraguas porque me gusta mojarme cuando sé que no voy a empaparme. Vagabundeé sin rumbo por los callejones del Gòtic. Los turistas salían de sus refugios, como caracoles tras la tempestad. Seguí las huellas, un ratito, de tres mujeres mayores extranjeras porque hablaban como pájaros de su experiencia en Barcelona. En francés. No existe un idioma mejor para escuchar bajo la lluvia.

En Sant Domènec del Call separamos nuestras rutas. Volvió a llover con fuerza y desplegué de nuevo el paraguas. Antes de regresar a casa pasé por el Pla de la Seu. El chico y el perro dormían tranquilos en ese portal. El periódico estaba cerrado en una esquina de su equipaje de mano. Y la onomatopeya del agua quizá le hacía soñar con ir deprisa en bicicleta a su Torre del Capità para comer la mona, mañana. Con cruzar valles y canales con la ilusión en su mirada, mañana. Con oler las flores de primavera a su paso rápido, mañana. Con sentirse parte de nosotros. Con tener un día acceso a una conexión a internet, y contar qué sintió el día en que un extraño les observaba, a él y a su perro gris, bajo la lluvia de ese anochecer.

19 comentarios:

    a mi també m'agrada caminar sota la pluja quan plou amablement, sense força...

     

    Que bonic!. Com sempre.

     

    Molt bonic!. Com sempre.

     

    A mi tambien me gusta mojarme, sin empaparme. Por eso seguramente me gusta tanto ir a Irlanda.

    Prueba a bañarte en el mar un día de lluvia...

    Ya me dirás...

     

    Seguro que en la Torre del Capità reside la felicidad, con reserva del derecho de admisión y acceso estrictamente limitado a socios y a VIPs por invitación. Casumtot con los clubs de los c.

     

    Valens,...està bé. Ho confesso: a vegades et llegeixo i fins i tot, a vegades, m'agrada el que escrius. I podria dir, a motl estirar, que m'emociona una mica i tot... Ara bé, sempre hi ha una cosa on la pífies: el millor idioma per practicar sota la dutxa és el francès. Però que el practiqui l'altre, és clar...Àpali! Ja et baixaré un tros de mona que m'ha sobrat. Pobret!

     

    Doncs ja saps! Tens pendent una visita a La Torre del Capità, per trobar, potser, la felicitat. A què esperes! ;)
    Una bona passejada. A mi també m'agrada caminar sota la pluja. I si sé que arribo a casa en poc temps... no m'importa quedar xop per un ruixat o tempesta estiuenca.

     

    M'agrada que passegis pel "meu" barri gòtic quan jo no hi sóc. Amb tu, sé que està en bones mans...

    Com sempre, un escrit preciós, d'aquells tendres, tendres... :-)

     

    m'ha agradat molt el teu post, tot i que jo odio mullar-me amb la pluja, i si no tinc paraigües, em poso la jaqueta al cap, un mocador o fins i tot una bossa :D

     

    Son aquelles petites coses, que donen felicitats petites... Passejar sota la pluja, observar la gent, menjar la mona a la Torre del Capità... Hauràs de fer un pensament i anar-hi, no? I després ens ho expliques.
    Petonets dolços.

     

    Com sempre, tinc la sensació d'haver estat darrera teu, seguint les teves passes i d'haver vist el mateix que tu ens descrius. M'agrada viure les teves caminades, Paseante, AI! Nedador.

    Cel·lebro que els meus canvis et complaguin... patia per a que no tornessis (ja saps, formo part del Club de Groupies 2.0)... corrents els vaig dur a terme, al veure que ara moderes comentaris... snif... snif... jo que havia trobat B.S.O. i no me'l publiques... snif... rés, haviam si aquest cop tinc més sort!

    Ah! molt observador... si, aquest era el motiu pel qual no tinc Màquina de Pa. Però després de veure la seva cara, per què collons vull una panificadora?? eh?

    Una abraçada, Nadador!

     

    Arare, la veritat és que dona gust si no fa fred. Clar que haurien d'inventar uns eixugaparabrises per a les ulleres :-)

    Gràcies Llum. Ha tancat el Martí?

    Helena, en el mar no lo he probado, pero sí he nadado en piscinas con lluvia y és un placer.

    Xurri, no te quejes que tu cartera está repleta de tarjetas VIP. Seguro que incluso tienes la de la Torre del Capità. Casumtot :-)

    Gràcies, Veí. Sé que només ho dius perquè participi en aquell coi d'Històries Veïnals. I en el meu cas és l'"altra", no l'"altre". Però no m'hi poso. Cadascú se sap lo seu.

    Fra Miquel, ja m'ha passat el temps d'anar a la Torre del Capità. Ara prefereixo seguir les teves passes pels parcs de Barcelona. Aquest cap de setmana aniré on em vas dir. A veure si faig la crònica.

    Rita, quan camino per allí recordo que un dia va ser casa teva, i que tot deu estar molt canviat.

    Khalina, ets una flor fràgil. Una mica de pluja tampoc va tan malament, dona.

    Anna, a veure si els nebots creixen una miqueta més i fem un dia una excursió a la Torre del Capità en bici. Encara que no sigui per Pascua.

    Gràcies Rateta. Ja vaig explicar que modero els comentaris perquè m'entrava spam. I em sap greu haver-ho de fer. Això de la BSO no ho entenc. Intueixo que em vas posar un comentari que no he publicat. Et prometo que no n'he censurat cap. Aquest teu no em va arribar o potser no el vas penjar bé. I t'agraeixo molt els canvis a casa teva. A més, t'ha quedat un blog preciós. I qui vol una panificadora si la neboda té patins nous?

     

    osti... he escrit "aviam" amb "h"... quina vergonya...

     

    Rateta, castigada a la paret :-) No em guanyaràs a cometre errors en català.

     

    Parles de mones i de pares.
    El meu pare em va fer de padrí quan es va morir el meu avi. Aquest matí, mentre llegia un passatge d'una novel·la que m'ha fet pensar en ell, l'he trobat molt a faltar.
    M'agrada que expliquis les coses com les vius, sense maquillatge.

     

    gràcies per la visita. El teu blog també m'agrada i t'enllaço

     

    m'agrada passejar amb tu, a pesar de la pluja. Gràcies per aquests moments.

     

    Vaya, creia que había puesto un comentarío en este post, en fin sorry!
    De pequeño solía tomar el famoso huevo de chocolate (ahora los fabrican los de kinder), pero no con el pastel, también se tomaban torrijas, pero me parece un plato muy llenante, me gustan mas las tostadas francesas (sale en la peli de Kramer contra kramer) aunque no sé el origen de las tostadas,pero puede que no sea tan espiritual, jeje!!

    saludos

     

    Violette, a mi m'agrada com les expliques tu: amb aromes tendres. I està be que recordis el teu pare mentre llegeixes una novel.la.

    Gràcies USD, també t'he posat un link per anar obrint portes.

    Gràcies a tu Nimue, malgrat siguis una sargantana que només busca el solet :-)

    No te disculpes Atikus. Poner comentarios no es obligatorio. Aunque has sido el último en entrar, joder. Ya te vale :-) Y las torrijas me volvían loco de niño. Un saludo, majo.