Ballenas varadas
domingo, 27 de abril de 2008 by el paseante
El día de Sant Jordi, Buñuel -Guardia de Corps de la princesita- me comentó que había leído en este blog un relato que publiqué en enero y me animó a repetir el experimento. En un primer momento lo descarté porque no me gusta entrecruzar realidad y ficción, y utilizo este espacio en internet sólo a modo de diario personal. Luego recapacité; si en mi vida soy una persona caótica, un poco de desorden no le vendrá mal a este blog. De vez en cuando le haré caso a Buñuel.
Ballenas varadas
Desde pequeño, Markus tendía una red metálica de orilla a orilla en el pequeño arroyo que discurría junto a su casa. En ella encallaban los más diversos objetos, procedentes de corriente arriba. Su afición era sacarlos a tierra, al término de la jornada, y examinarlos. Principalmente encontraba ramas de árbol, pájaros ahogados, manzanas flotando como boyas rojas...
El día en que cumplió diecisiete años, descubrió el cuello de una botella que danzaba, atrapada, con los embites del agua. Al rescatarla, comprobó que guardaba en su interior un papel enrollado. Entró en la casa. A la luz del hogar, leyó una carta anónima: "Hoy he cumplido diecisiete años. Me encantaría que alguien leyera esto, que me felicitase y pensara que soy la chica más hermosa del mundo, la más sensible, la más amable. Me gustaría sentirme menos sola cuando tú, persona misteriosa y desconocida, leas esto, cuando me imagines". La carta era más extensa. Hablaba de una persona que veía pasar la vida corriente abajo, una mujer dulce y confiada que soñaba sueños que coincidían con los de Markus.
Markus releyó muchas veces el mensaje. Aquella noche, dormido en su lecho, soñó con la muchacha que tenía su misma edad y que vivía cerca de su arroyo. Como él, era un ser hermoso, sensible y amable. Guardó la carta como un tesoro. Pasaron muchos días en que, al atardecer, Markus buscaba desesperadamente nuevas botellas varadas en la red, como ballenas en una playa. No tuvo éxito.
Había transcurrido exactamente un año desde aquel hallazgo. Casi había olvidado a la chica del mensaje cuando volvió a ser el cumpleaños de Markus. Por la noche, como regalo por su mayoría de edad alcanzada, sus padres le dejaron viajar solo, por primera vez, hasta el cercano pueblo de Tiengen.
Eran las fiestas de la vendimia. Los ciudadanos vestían sus mejores trajes. Markus aparcó su bicicleta cerca de la plaza donde una orquesta interpretaba una música alegre. Se acercó a la muchedumbre con las manos en los bolsillos de su pantalón nuevo y se sintió, por primera vez, un hombre. Durante un rato, observó que las mujeres más lindas, las que tenían mejor figura, bailaban y se reían con los varones locales. Se acercó al bar cercano. Pidió una bebida alcohólica. Después otra. Bebió hasta que las mujeres bellas lo parecían menos y las que estaban sentadas, sin pareja, eran más deseables. Se fijó en una de ellas que tenía, más o menos, su misma edad.
La invitó a bailar. Le provocó muchas risas. Ella sonreía feliz mirándole a sus ojos enrojecidos por el alcohol. Markus le parecía el príncipe soñado desde hacía tiempo, su salvación de la soledad, el hombre que la introduciría en los secretos del amor, que la arrastraría corriente abajo. Le siguió hasta las afueras del pueblo mientras la música alegre seguía sonando en su interior. A la vera del arroyo se sintió más mujer que nunca, más hermosa, más deseada.
Les despertó el amanecer. Las primeras luces del día incidieron sobre el rostro suave, enamorado, de la muchacha. Hasta que sus ojos descubrieron la sensación del desprecio en la mirada del amante, en el rostro hinchado de un desconocido que se vestía deprisa para montarse en su bicicleta. Le miró alejarse por el camino junto al riachuelo, corriente abajo, su silueta recortada contra el alba. Se sintió más sola que nunca.
Regresó a casa. Nadie se había despertado todavía. Buscó una botella vacía y la llevó a su habitación. Tomó un papel en blanco y un lápiz. Escribió: "Hoy he cumplido dieciocho años. Me gustaría que alguien leyera esto, me felicitase y pensara que soy la mujer más hermosa del mundo, la más sensible, la más amable. Me gustaría sentirme menos sola cuando tú, persona misteriosa y desconocida, leas esto y me imagines". Escribió más cosas. Dobló cariñosamente la carta y la introdujo en la botella. La taponó. La lanzó al arroyo desde la ventana. La vio caer, ingrávida, hacia las aguas. La vio marcharse hacia el sur, mientras el aroma suave del nuevo día secaba su mirada.
Ballenas varadas
Desde pequeño, Markus tendía una red metálica de orilla a orilla en el pequeño arroyo que discurría junto a su casa. En ella encallaban los más diversos objetos, procedentes de corriente arriba. Su afición era sacarlos a tierra, al término de la jornada, y examinarlos. Principalmente encontraba ramas de árbol, pájaros ahogados, manzanas flotando como boyas rojas...
El día en que cumplió diecisiete años, descubrió el cuello de una botella que danzaba, atrapada, con los embites del agua. Al rescatarla, comprobó que guardaba en su interior un papel enrollado. Entró en la casa. A la luz del hogar, leyó una carta anónima: "Hoy he cumplido diecisiete años. Me encantaría que alguien leyera esto, que me felicitase y pensara que soy la chica más hermosa del mundo, la más sensible, la más amable. Me gustaría sentirme menos sola cuando tú, persona misteriosa y desconocida, leas esto, cuando me imagines". La carta era más extensa. Hablaba de una persona que veía pasar la vida corriente abajo, una mujer dulce y confiada que soñaba sueños que coincidían con los de Markus.
Markus releyó muchas veces el mensaje. Aquella noche, dormido en su lecho, soñó con la muchacha que tenía su misma edad y que vivía cerca de su arroyo. Como él, era un ser hermoso, sensible y amable. Guardó la carta como un tesoro. Pasaron muchos días en que, al atardecer, Markus buscaba desesperadamente nuevas botellas varadas en la red, como ballenas en una playa. No tuvo éxito.
Había transcurrido exactamente un año desde aquel hallazgo. Casi había olvidado a la chica del mensaje cuando volvió a ser el cumpleaños de Markus. Por la noche, como regalo por su mayoría de edad alcanzada, sus padres le dejaron viajar solo, por primera vez, hasta el cercano pueblo de Tiengen.
Eran las fiestas de la vendimia. Los ciudadanos vestían sus mejores trajes. Markus aparcó su bicicleta cerca de la plaza donde una orquesta interpretaba una música alegre. Se acercó a la muchedumbre con las manos en los bolsillos de su pantalón nuevo y se sintió, por primera vez, un hombre. Durante un rato, observó que las mujeres más lindas, las que tenían mejor figura, bailaban y se reían con los varones locales. Se acercó al bar cercano. Pidió una bebida alcohólica. Después otra. Bebió hasta que las mujeres bellas lo parecían menos y las que estaban sentadas, sin pareja, eran más deseables. Se fijó en una de ellas que tenía, más o menos, su misma edad.
La invitó a bailar. Le provocó muchas risas. Ella sonreía feliz mirándole a sus ojos enrojecidos por el alcohol. Markus le parecía el príncipe soñado desde hacía tiempo, su salvación de la soledad, el hombre que la introduciría en los secretos del amor, que la arrastraría corriente abajo. Le siguió hasta las afueras del pueblo mientras la música alegre seguía sonando en su interior. A la vera del arroyo se sintió más mujer que nunca, más hermosa, más deseada.
Les despertó el amanecer. Las primeras luces del día incidieron sobre el rostro suave, enamorado, de la muchacha. Hasta que sus ojos descubrieron la sensación del desprecio en la mirada del amante, en el rostro hinchado de un desconocido que se vestía deprisa para montarse en su bicicleta. Le miró alejarse por el camino junto al riachuelo, corriente abajo, su silueta recortada contra el alba. Se sintió más sola que nunca.
Regresó a casa. Nadie se había despertado todavía. Buscó una botella vacía y la llevó a su habitación. Tomó un papel en blanco y un lápiz. Escribió: "Hoy he cumplido dieciocho años. Me gustaría que alguien leyera esto, me felicitase y pensara que soy la mujer más hermosa del mundo, la más sensible, la más amable. Me gustaría sentirme menos sola cuando tú, persona misteriosa y desconocida, leas esto y me imagines". Escribió más cosas. Dobló cariñosamente la carta y la introdujo en la botella. La taponó. La lanzó al arroyo desde la ventana. La vio caer, ingrávida, hacia las aguas. La vio marcharse hacia el sur, mientras el aroma suave del nuevo día secaba su mirada.
Trist... És bo donar tanta importància a la bellesa? O només és als 18 anys...
Que tinguis molt bona setmana, paseante!
PS Per cert, llegir el teu diari personal, encara que sigui realitat, és com llegir contes també. :)
ooh! quin conte més bonic...
Jo he pensat llançar missatges en botelles moltes vegades però després res, mai ho faig...
Està molt bé que et despentines.
El conte és bó, una mica dur però.
Jo el reescriuria i canviaria el final...Pobra noia!
Diumenge vaig a la platja i t'enviaré un missatge.
Me'n vaig a escriure un missatge.... A veure si t'arriba!
No l'havies publicat aquest conte?
Bé, vull dit al blog.
El tinc present.
Maco! ;)
No crec que sigui bo Rita, però hi ha gent que funciona mentalment així. Que tinguis una bona setmana tu també.
Nimue els blogs són una mica això: llançar missatges en botelles. No?
Ja me l'has enviat Emily (amb el tema Bruquet). Ets maca. Moltes gràcies. I no es pot canviar el final, perquè va succeir així (al menys dins el meu caparronet).
A veure si m'arriba Joana :-) Ho he estat mirant i crec que no he posat mai aquest conte al blog. El vaig penjar en una web de relats i vaig enllaçar l'adreça en un comentari. Potser l'has llegit allí.
M'agrada aquest conte i com el narres. Un final trist, però insubstituible. M'ha encantat :)
Quieres decir que Markus , volverá a casa pedaleando resacoso, pasará al lado de su pequeño dique , encontrará una nueva botella , con un nuevo mensaje , y volverá a sentir ese alborozo , y que esa frágil emoción hará que olvide a esa chica soñadora y admitamoslo , pelín ilusa ...claro que a los dieciocho tiene todo el deber de serlo...
Con los años ella aprenderá a huir de los principes azules como del agua hirviendo...
Y en cuanto a Markus quizás consiga reunir una bonita colección de botellas.
Que complicada la naturaleza humana...
En cualquier caso , haz caso a Buñuel y al resto del personal.
Se te solicitan más histórias como esta. :)
Insisto. Sí que se pueden cambiar los finales. Yo a mi bordadora la mataba al final y luego me dije, qué caray! a ser feliz, hombre...
A Markus le daría su merecido, por desconsiderado.
L'mk i l'emily m'agraden! Em quedo amb: "Y en cuanto a Markus quizás consiga reunir una bonita colección de botellas." boníssim! i "A Markus le daría su merecido, por desconsiderado." hi estic absolutament d'acord! ;)
Ets afortunat amb amigues així, paseante, juntes deuen ser la bomba hehehe
Gràcies Somiant la lluna. També per no voler canviar el final.
MK, pienso que el iluso es él. Un tipo que tiende redes en el arroyo... En cualquier caso, imaginé esa historia ubicada en una época en que la gente era más inocente. A él le permiten la primera salida de su casa cuando cumple los 18. Hoy es impensable. Pondré más historias.
Jaja, se pueden cambiar los finales Emily, pero entonces no habría historias tristes. A Markus le calientas un poco, y luego le mandas a hacer puñetas. Si quieres.
No l'hes he vist mai juntes Rita aquestes dues dones. Però posen comentaris brillants, com els teus. Por em faríeu les tres si us veiés venir de nit una nit fosca pel carrer.
:)
ja fa temps que el vaig llegir el relat, i he vist que no te'l havia comentat cosa que estava seguríssima havia fet. Él títol és el que m'agrada més, Ballenas varadas, m'evoca aquesta imatge de la platja plena d'animals marins, de cossos immensos atrapats i amuntegats uns damunts els altres, potser encara mig vius, mig endormiscats. També m'agrada la sensibilitat d'aquest relat i... ahh, no vull avorrir-te més, ja callo.
Però no ho pots deixar així, n'has de posar més de contes, home!!
aix, però em sembla que ho he dit malament, vull dir que m'agrada el títol que has trobat i la imatge molt simbòlica, però no això de les balenes morint-se, eh?! que això no ho aguanto i em fa venir ganes de plorar. petons!
Arare :-) Nos hemos pasado cuentos a veces. Me queda alguno pendiente tuyo, y yo debo enviarte alguno a cambio.
Mirielle, bonica, ja sé que no t'agraden aquestes imatges. També em passa molt sovint això de llegir posts i pensar "ja els comentaré". Al final passen els dies. Un petonet.