La excavadora



Para llegar a la finca del tenista hay que cruzar las vías del tren y después caminar diez minutos junto al canal. Antes era un paseo rural a la sombra de mil manzanos. Ahora es un recorrido casi urbano a la sombra de muchas naves industriales que han ido cerrando una tras otra, para convertirse en panteones fúnebres que custodian los viejos árboles frutales enterrados bajo ellos.

La finca del tenista es una reliquia rodeada de circuitos de Scalextric, como ese que nunca tuve de niño. Sobrevive allí, entre industrias sin obreros y coches veloces que viajan a ninguna parte.

Es fácil reconocerla por la pequeña caseta de herramientas de color rojo, levantada en un rincón, entre los tallos de maíz que surgen milagrosamente del suelo cada verano. Un poco más allá, tras los pozos de riego, le hace compañía la finca del hombre del saco, como si fueran viejas amantes desde hace siglos que se resisten a enamorarse de los tiempos modernos.

Me gusta ir allí, sentarme en el suelo con la espalda apoyada contra el muro más oriental de la pequeña caseta de herramientas de color rojizo y recordar las comidas que hacíamos en ese lugar hace años, ante sus puertas abiertas de par en par, con mi pequeña familia cuando yo era un niño, con el estrépito de las brasas todavía candentes frente a la mesa, mientras me acostumbraba al sabor de la escalivada y de las costillas de cordero.

Poco después, enterré junto a los muros de la caseta, con la complicidad del tenista, las palomas de raza que criaba entonces, a medida que se me iban muriendo. Allí están Peter, Gris, Vaqueta, Coixeta, Negre...

Luego vino mi adolescencia de cazador miserable con la escopeta de aire comprimido que disparaba contra los pobres pájaros con dos compañeros de La Salle: Casals y Gabarró. Tras la cacería, nos sentábamos con la espalda apoyada contra el muro más oriental de la caseta de herramientas de color rojizo de mi padre y maldecíamos nuestra mala puntería, con las armas de mentira descargadas sobre nuestras piernas que nos hacían parecer adultos. No sé por qué, pero acabábamos hablando de nuestras narices. La mía era parecida a un pimiento, la de Casals era una zanahoria y la de Gabarró simulaba un guisante.

En esa misma época, la de la transición tras el franquismo, encontré un par de revistas pornográficas entre los utensilios de la caseta. Las tenía escondidas el hijo del hombre del saco que se encargaba de la finca. Las ojeé con detenimiento, tras aquel par de ventanas pequeñas, que dejaban pasar una luz tenue cargada de polvo, mientras me asomaba a la vida. Seguramente fue la etapa en que visité más a menudo la caseta de herramientas.

Hace una semana, sonó mi teléfono fijo después de cenar. Era el tenista. Me contó, algo nervioso, que habían reventado la puerta metálica de la caseta de su finca para entrar a robar cuatro hierros viejos. Dijo que quería contratar una excavadora para derribar la pequeña edificación porque no le salía a cuenta reponer los desperfectos. Me preguntó si estaba de acuerdo y me acordé de cuando le pedí permiso para enterrar allí a mis palomas. Mi padre se ha hecho mayor y yo también. Ante cualquier duda, me pide consejo. Estaba de acuerdo con él, como él lo había estado conmigo en esa época.

Este viernes, la caseta dejó de existir. Me acordé de Peter, Gris, Vaqueta, Coixeta, Negre... De Casals y Gabarró... De las revistas de sexo explícito... De que, para llegar a la finca del tenista, hay que cruzar las vías del tren y después caminar diez minutos junto al canal.

Dentro de una semana recorreré el camino que me conducirá a todo aquello. Me sentaré a pensar en ese terreno que siempre será una de mis pequeñas patrias. Buscaré la caseta derrumbada y las tumbas de mis palomas, mientras los coches circularán veloces a ninguna parte por ese Scalextric que nunca tuve de niño. Las naves industriales seguirán siendo panteones de manzanos. Cerca, amenazadoras.

PD: Aquest post és per la País Secret i el nostre passat entre pomeres distants.

6 comentarios:

    L'excavadora?? Si justet l'anomena. Té vosté una manera de despistar al personal... Jo aquí pensant que això era uns post tècnic i resulta que no.
    A les cabanes de les "finques" del meu pare no hi havia portes, tampoc hi havia gran cosa de valor, tot i així sempre hi havia algun gracioset (per no dir-li algo pitjor) que s'enduia el canteret o una aixada... Catxis!!!
    Bona tarda Sr. Paseante


     

    Uau, gràcies Paseante!He anat llegint a poc a poc tot el post i entre mi anava pensant que intuïa la mateixa nostàlgia que sento jo quan imagino el "meu" camp de pomeres ara...i en arribar al final, toma!. Dic imagino perquè no he volgut veure com ha quedat després de l´excavadora. La sort que tinc és que hi tornaran a replantar, encara que no seran les "meves" i que el pla urbanístic del poble no contempla que allà hi vagi cap polígon industrial.

    Potser per uns anys no podré enviar-te pomes empordaneses ni presumir que les meves són millor que les teves, però m´ha dit el meu "futbolista" que en vol plantar en una altra finca. A mi m´agradaria que fossin d´alguna varietat autòctona, no sé si em farà cas...els esportistes són molt tossuts i van a la seva :-)

    Gràcies de nou!

     

    Este lugar de la caseta está lleno de buenos recuerdos, te imagino con tu familia en las brasas asándose las buenas costillas de cordero y saboreando la escalivada, ojeando la revista prono escondido en un rincón, enterrando en los muros tus palomas y dentro de los buenos recuerdos por un vandalismo uno tiene que echar al suelo los sueños vividos en aquella caseta de herramientas, que pena!

     

    Potser semblaré irreverent, però noi, gairebé que converteixes la caseta de les eines en una fosa comú!
    Com m’agradaria tenir mes dades de la granja dels cavalls i veure si amb la vista satèl•lit del Google Maps encara es pot veure la caseta vermella! (Ara no se jo, si això es ser curiosa o tafanera)

     

    Jo no he tingut mai una finca on posar els meus animals. Lo màxim un test a la terrassa per enterrar els periquitos que teniem quan la G. era menuda. Eren prou dignes. els posàvem una creu i tot feta amb palets de polo (mini magnum).
    La terra m'agrada, però només per passejar-hi i gaudir-la. Res de sentit possesiu, no cal. Tot et lliga.
    Ara va lo que et volia dir en veritat: tens nas de primentó? i les revistes...ehem...millor no continuo...Sóc de les que pensa que fan mal a la vista. Millor un cos proper, no?
    Esperem una foto de les maçaneres...

     

    Lluna, el dia que escrigui un post tècnic... Amb lo patoset que sóc per aquestes coses. I emprenya que s'enduguin el canteret que només servia per refrescar la gola del pagès quan estava cansat. Catxis.

    País, és bonic això de replantar amb varietats autòctones. N'hi ha desenes que han desaparegut. Si fossin foques, hi hauria una entitat sense ànim de lucre que faria soroll, però com que només són pomes... I les gràcies te les dono a tu. Em reconec en alguns dels teus textos tan bonics.

    Mari-Pi-R, pues sí. En el mundo hay gente que tiene sueños, recuerdos... Y hay gente que roba sueños, recuerdos... Qué envidia que vivas en un país como el tuyo. Un abrazo.

    Kala, envejo el teu sentit de l'humor. Sempre em fas riure. Mira, era petit i volia enterrar els meus coloms. I em va semblar que aquell era el millor lloc. I a veure si un dia em compro una càmera fotogràfica i poso alguna fotografia de la granja :-)

    Emily, m'has fet recordar el teu estimat Atxaga amb això dels periquitos. I la terra lliga, però també dona. De fet, és com les persones. Ja et passaré una foto de les maçaneres :-)