Tour



Es la tarde de Sant Joan. Apenas hay nadie en la ciudad sofocada por ese sol con el termostato a tope. Camino por las aceras sin necesidad de esquivar a personas que en los días laborables van a la deriva, más pendientes del teléfono móvil que de mantenerse en su carril de la derecha, el de vehículos lentos. Cruzo la calzada por zonas prohibidas sin preocuparme de los todoterrenos; de las motos con el tubo de escape trucado; de los taxistas en busca de clientes, como si fueran cortesanas.

En mi trayecto al Turó Parc, apenas me cruzo con cuatro raros que se han quedado en Barcelona, como yo. Tampoco allí parece que vaya a celebrarse la final de la Liga de Campeones. Está prácticamente desierto. A pesar de todo, busco un banco apartado en un camino lateral. Es un sitio fresco bajo unos árboles floridos. Me descalzo y una tórtola baja a visitarme desde una rama. Se mantiene a distancia de mis zapatos negros de verano. No se atreve a acercarse más allá de unos cinco metros (yo no meriendo tórtolas, ni mi calzado huele tan mal -creo).

Abro la primera página de mi nuevo libro, robado en el sitio menos vigilado de esa librería: En lloança de les dones madures, de Stephen Vizinczey.

"Vaig néixer al si d'una devota família catòlica romana, i vaig passar gran part dels meus primers deu anys amb uns bondadosos monjos franciscans".

Entonces escucho un ruido sordo, repetitivo. Son unos pedales que hacen girar una cadena. Una niña, con cara de velocidad, derrapa su bicicleta en la curva de entrada a mi camino remoto del parque donde me he refugiado. Viene a toda pastilla hacia mí. Tengo el tiempo justo de apartar los zapatos del camino y evitar que queden tatuados por una rodada. Y la tórtola dispone de un segundo escaso para levantar el vuelo y no ser atropellada por ese pequeño demonio que esprinta como si fuera a romper la cinta de un final de etapa del Tour de France. Asoma la puntita de la lengua entre sus labios al pasar frente a mí y me mira de reojo con una media sonrisa. Se la devuelvo.

Regresa el silencio a esa zona del parque. Reabro el libro tumbado boca abajo en el banco:

"Vaig néixer al si d'una devota família catòlica romana, i vaig passar gran part dels meus primers deu anys amb uns bondadosos monjos franciscans. El meu pare era director d'una escola catòlica i un excel.lent organista; un jove actiu i dotat que tenia també l'energia d'organitzar la guàrdia del districte i participar en política".

Oigo de nuevo una bicicleta tras unos arbustos. Creo saber quién es su dueña. Da pedales como si escapara de una guerra invisible mientras se acerca a mi sitio silencioso y apartado del parque. La observo. Debe tener unos cinco o seis años. Va peinada con dos coletas que parecen amortiguadores de un automóvil (arriba y abajo, arriba y abajo) y la ha vestido alguien que no puede ser ninguno de sus padres: pantalón corto y camiseta, ambas prendas del mismo color marrón tristeza. Me mira de reojo y se vuelve a reír, acelerando frente a mi banco. Le devuelvo una sonrisa.

Regresa el silencio. Reabro el libro:

"Vaig néixer al si d'una devota família catòlica romana, i vaig passar gran part dels meus primers deu anys amb uns bondadosos monjos franciscans. El meu pare era director d'una escola catòlica i un excel.lent organista; un jove actiu i dotat que tenia també l'energia d'organitzar la guàrdia del districte i participar en política. Donava suport al règim autoritari i pro-clerical de l'almirall Horthy, i era la mena de conservador que també era antifeixista i que, alarmat per la pujada de Hitler al poder a Alemanya, utilitzà la seva influència i autoritat perquè es prohibissin les reuninos del Partit Nazi Hongarès. El 1935, quan jo tenia dos anys, un adolescent nazi, triat per a la tasca perquè encara no havia fet els divuit i no podia ser executat per assassinat, el va apunyalar mortalment".

Retorna el ruido de la cadena de la bicicleta. Sordo, repetitivo. Sé que es ella -¿quién si no?-, en su particular tour 2011 al Turó Parc. Toma la curva del camino y avanza, esta vez sin tórtolas a la vista, ni zapatos que pisar. En esa ocasión, no aparto la vista de la novela. Hago ver que la ignoro para comprobar su reacción. Se me escapa la risa por debajo de la nariz en ese juego improvisado. Cuando ya me ha sobrepasado, la miro a lo lejos. Tiene su cabecita girada hacia mí, con extrañeza, sobre su espalda, y entonces vuelve a sonreír cuando su único espectador de esa tarde está pendiente de nuevo de ella, de lo bien que monta en bicicleta, mientras se aguanta sobre ella sin caerse, esa tarde de Sant Joan.

La ciudad está vacía. En el parque hay cuatro gatos, una niña, una tórtola y un lector que no puede leer. Ella seguramente acaba de aprender a conducir sobre dos ruedas y necesita público. Le gusta que alguien la observe mientras se hace la chula. Y a mí me hace recordar que, una vez, me hubiera gustado ser padre de una niña como esa.

Fue a mediados de los noventa. Soñaba con tenerla y pasearla en un cochecito por un parque recordando en ella los ojos claros de su madre, el cabello lacio de su madre, el esqueleto de animal grande de su madre. Pero eso fue una vez. A mediados de los noventa. Han pasado casi veinte años y el manual de instrucciones para procrear debe andar desamparado en una caja del altillo, junto al folleto de cómo hacer funcionar la nevera Indesit.

La niña en bicicleta no vuelve a aparecer, tras su quinta vuelta al Turó Parc. Supongo que sus padres le han dicho: "Game over". Espero que ella haya mirado entre los árboles de mi rincón para buscar la sombra de ese hombre descalzo con un libro sobre las piernas que fue su fan número uno durante un ratito. No tengo ganas de coger de nuevo la novela. Me había acostumbrado a verla aparecer por la curva de la esquina con su sonrisa de princesita.

Regreso a casa. Apenas hay nadie en la ciudad sofocada por ese sol con el termostato a tope. Camino por las aceras sin necesidad de esquivar a personas que en los días laborables van a la deriva, más pendientes del teléfono móvil que de mantenerse en su carril de la derecha, el de vehículos lentos. Cruzo la calzada por zonas prohibidas sin preocuparme de los todoterrenos; de las motos con el tubo de escape trucado; de los taxistas en busca de clientes, como si fueran cortesanas.

Es la tarde de Sant Joan.

PD: He descobert els The miserable rich (el grup del clip) a ca la Vida. Gràcies.

20 comentarios:

    gràcies per tornar a obrir els comentaris: encara que t'ho pugui dir per correu, no és igual.

    Em dona la sensació que ella no era la prota de la història. Vau ser dos. Cada un, un prota diferent. Dues històries que s'enllaçaran en el temps.

    A Salt, sovint veig veïns que es treuen les sabates i deixen a l'aire els seus peus. Seuen en bancs que són de tots, tot i que a Salt no tenim turons.

    I penso si algun dia, proper espero, ens explicaran com veuen la seva vida des del seu pensament, sentiment, des de la seva percepció...

    Tindran un blog que llegiran trenta o quaranta persones. O tres-centes o tres mil. Però alguns sabrem que hi són i què pensen.

    Com alguns i algunes sabem que hi ets i què penses.

    gràcies.

     

    Oh, Un altre que somia fills en un parc!
    Espero que no sigui una plaga*.

    ..............

    Estic contenta de poder dir-te bestieses per aquí altra vegada.

    ..............

    Em recomanes el llibre? Avui he estat llegint la sinopsi

    ..............

    *http://paissecret.blogspot.com/2009/05/salma.html ( per si tens curiositat o t´avorreixes)

     

    Creo que no fue tan aburrida la tarde de San Juan, con una niña que no te dejaba leer el libro que parecía interesante, ya estaba esperando que iba a pasar más tarde, me gusta éste tema.
    Los niños siempre te atraen la atención, y más en estas edades.
    Él que hayas abierto los comentarios me da gusto.

     

    Sí, PASEANTE, se agradece mucho que hayas vuelto a abrir la vetada sección de comentarios...


    Esta petite, charmant discrete de la bourgeoisie, te había echado de menos. Ya sabes, Buñuel es fetiche para mí, sobre todo en un día como hoy que me dicen que soy la viva imagen de la Deneuve..., pero en esa película. Mon Dieu!

    Como es habitual en ti, unas descripiciones preciosas y precisas sobre ése precioso y preciso lugar que es tu Turó Parc.

    Gràcies, per tornar i per permitir!

     

    Culdolla (com em costa dir-te així), en cada banc, en cada vorera, en cada cua per comprar pa hi ha gent que té la seva visió de la vida, que acaba de mirar una nena rodant en bicicleta i l'ha fet pensar en alguna cosa. I gràcies a tu per continuar per aquí. Una abraçada, maco.

    País, doncs sí, el post que vas escriure i el meu s'assemblen (tot i que el teu és més bonic i, també, més trist). Em portes a judici per plagi o ho negociem en privat? :-) I el llibre és molt recomanable. És d'aquells que veus que l'autor està més preocupat en què vol dir més que en com ho vol dir. Té la força de la innocència.

    Mari-Pi-R, yo lo paso mejor en una tarde así (inesperada) que en una fiesta sorpresa de esas que se abren las luces y aparecen veinte amigos con globos inflados en una sala. La verdad.

    Amber, creo que voy a comenzar a leer tu blog si te pareces a la Deneuve. ¿Me pasas el link? Gracias :-)

     

    Les més espectaculars caigudes les vaig fer en bicicleta i també els moments estelars que em feren ser tímida davant la mirada dels altres. Aquesta nena, però, gaudia d'allò més amb la teva. Una tarda bonica de Sant Joan. Li hauries d'haver demanat un desig a la nena en bicicleta...sempre s'acompleixen.

     

    Quin plaer llegir-te! i més sobre un tema així, que darrerament tants cops apareix pel meu cap! Bé, suposo que li passa a tothom, almenys algun cop a la vida. Algun consell, des de la distància?
    muchas gracias por tus textos, siempre tan agradables!

     

    Escolta, el manual per tenir nens el tinc jo, me'l vas passar fa 10 anys, i no em va funcionar. Ara que penso, posava Indesit. No ho vaig entendre mai que estava en anglès. Potser no em va funcionar per aixó?
    Ja te'l tornaré i mires si et funciona altre cop, que segur que encara en tens ganes, de tenir nens vull dir. D'aqui un any vull un post on ens contes que ja ets pare. Tens tres mesos per buscar noia...

     

    Llegir un llibre en un parc i contemplar com transcorre la vida al teu voltant sempre és una experiència preciosa. Serveix per agafar una mica d'aire fresc al rirtme boig del dia a dia. El teu blog respira calma i tranquil·litat...

     

    Vida, potser tenies poca habilitat amb la bicicleta, però amb el teclat ets una mestra. I no coneixia aquesta tradició illenca de demanar desigs a les nenes en bicicleta.

    Edelia, gràcies a tu. I sóc dolent donant consells. També sóc dolent arreglant aixetes, canviant rodes de cotxe, exigint-li a la caixera del Caprabo que em torni bé el canvi, parlant en públic, recordant aniversaris...

    Emily, i lo bé que ara descongeles la nevera? :-) I jo de canalla no en tindré perquè els dies que juga el Barça també ploren i els has de canviar els bolquers. Aquests dimoniets no respecten res, per molt sagrat que sigui.

    Barcelona m'enamora, gràcies per les teves paraules i també per entrar. Benvinguda.

     

    :) No és cap tradició illenca. És made in Vida...trobar màgia per tot arreu, especialment en les coses senzilles, com una nena en bicicleta. Bona nit, Paseante.

     

    Que bé poder tornar-te a comentar!!
    I que xula la cria! ja m'ha caigut bé! podries comprar un d'aquells timbres tan monos per si la tornessis a veure. Segur que li encantaria!

     

    Vida, així és el teu blog, on converteixes en màgia una imatge quotidiana.

    Filadora, un home de cinquanta anys regalant timbres a les nenes de sis... Em vols a la garjola. Catxis.

     

    Doncs a mí m'ha caigut malament la nena, donant pel sac quan vols una estona de quietud... fins que he arribat a 'se me escapa la risa por debajo de la nariz' i llavors ja t'has explicat. I llavors ja me l'he mirat d'una altra manera.
    Recordo una tarda que jo també vaig sentir un pessic semblant, però d'això ja en fa de temps...

     

    No home no! no et vull pas a la garjola! Ok. Ja veig. Mala idea.

     

    Necessitava dir-te alguna cosa perquè sàpigues que me n'alegro molt que tornis a obrir la porta de casa, però m'has deixat sense paraules.

    Puc seure amb tu al banc un vespre d'aquests?

     

    Que tinguis un bon estiu Paseante.
    Això de deixar que comentem és perquè tens mono de les teves admiradores i d'algun admirador. No ha vingut el Veí?:)

     

    Commuter, la nena només volia fardar de bona ciclista. I la veritat és que era més divertit seguir el seu joc que llegir el llibre.

    Filadora, podria comprar un timbre mono, demanar els meus nebots que m'acompanyin al parc i que li regalin ells.

    Laie, i tant que pots seure. També pots portar la teva bici (o els patins) i donar tombs mentre intento llegir.

    Joana, gràcies. Bon estiu també per a tu. I el Veí en aquesta època de l'any només té temps per espiar noietes en mini pantalons. Aquest vespre l'he vist assegut en un banc de rambla Catalunya amb un diari que tenia dos forats a l'alçada dels ulls. No li he dit res.

     

    Ja ja ja! Esperit Paseante 100%!! :)

     

    Filadora, :-)