Mathangi "Maya" Arulpragasam


Sobre mi mesa reposan cuatro objetos de este pasado diciembre que no he tenido tiempo de guardar en la caja de los recuerdos: una entrada a un concierto, un billete de avión a Norteamérica, el dorsal de un corredor etíope en una carrera de Navidad y un tíquet para acceder a un campo de fútbol vacío.

Comenzaré por la entrada al concierto. Fue a principios de mes, en mitad de un puente largo, con la ciudad medio vacía. La actuación arrancaba a las nueve y media de la noche. Bajé lentamente por Roger de Flor, en busca de la calle Almogàvers, con ganas de llegar tarde. Con una cierta sensación de ridículo porque me dirigía solo a un concierto de ruido sin compasión, apenas apto para oídos que no fueran jóvenes. Tenía la posibilidad de guardarme el tíquet en el bolsillo y regresar a casa, leer al día siguiente la crónica en el periódico, memorizarla y soltársela a la persona que me había regalado la entrada, el sargento Hayden, cuando me preguntara por M.I.A. Pero eso no se hace.

En la calle Almogàvers, a pesar de que estábamos en mitad de un puente largo, con la ciudad medio vacía, a pesar de que el paisaje de naves industriales apenas iluminadas por cuatro farolas no convidaba a rondar por allí, había una larga cola de público para acceder a la sala Razzmatazz. Predominaban las gafas de pasta, las medias de colores y los leggins, los zapatos de plataforma, los vestidos lady por la rodilla y de manga larga, las camisas de denim gastadas... Fue una suerte que dejara la boina en casa, a pesar del frío.

Le pregunté a un miembro de la organización si debía aguardar turno con una entrada adquirida días antes en el ServiCaixa. Me hizo pasar a una segunda cola, que iba descongestionada, para acceder a las entrañas del local. Hacía tiempo que no estaba en ese sitio. No había cambiado mucho desde entonces. Yo sí.

Me fui desplazando por la sala intentando localizar a gente de mi generación. Tampoco me costó tanto. El público no era tan joven como me había imaginado. Me situé al lado de una pareja de una edad parecida a la mía. Me adoptaron con resignación cristiana. A las nueve y media, el escenario se fundió en negro y apareció una mujer, apenas intuida por su coleta bajo una minimalista luz cenital de color azul, para hacer girar los platos e interpretar “The Message” en su mesa de mezclas. Aquello era lento. Pensé que me había equivocado de sala (esa noche había dos conciertos en Razzamatazz), y yo soy de naturaleza despistada.

Pero a los diez minutos una cortina se despeñó desde el techo para ocultar el escenario. Cuando la elevaron de nuevo, allí estaba Maya Arulpragasam (M.I.A.) saltando sobre las tablas con su ruido y su furia, con su ritmo primitivo basado en el grime electrónico, el rap, el hip-hop y el riff metálico repetitivo hasta la extenuación. La chica de la mesa de mezclas permanecía en su lugar. Se añadió a la escena una percusionista y dos bailarines vestidos de militar que no paraban de ametrallar al público. En el muro comenzaron a aparecer imágenes hipnóticas de guerra.

Hace tiempo que me gusta M.I.A., aunque su música no tenga nada que ver conmigo, porque me sirve de antidepresivo. Me gusta que sea la hija de un revolucionario tamil, llamado Arular, como su primer disco. Me gusta que viviera en una granja sin agua, ni electricidad, en Sri Lanka. Y luego en una casa árbol de la India. Me gusta que aprendiera inglés en las radios de los patios de sus vecinos de Mitcham (Gran Bretaña), que escuchaba tras los muros. Me gusta que, ahora, no haya olvidado esos orígenes.

Esa noche en la sala Razzmatazz presentaba su último disco: Maya. Interpretó "Born free", y accedió a tocar éxitos de sus antiguos trabajos, como “XXXO”, “Bucky done gun” o “Boyz” (cuando invitó a una treintena de personas a bailar con ella sobre el escenario). Luego vinieron “Lovalot”, “Story to be told” o “Teqkilla”. La gente me empujaba para ir a la barra del bar o al lavabo. Acabé arrastrado junto a una chica alta, de nariz grande y cabello lacio. Levantaba el puño en el aire como si acabara de marcar un gol, mientras seguía con su tronco el ritmo repetitivo de la música. La imité, moviendo la cabeza como esos perritos que antiguamente se ponían en la luna trasera de los coches. Ella tenía el mal de San Vito, y me lo contagió. Hacía tiempo que no me quitaba años de encima. Esa noche me acordé de que puedo hacer otras cosas con mi cuerpo que no sea caminar.

Salí de Razzamatazz antes de las doce. Tenía las piernas cansadas de tanto moverme intentando hacer algo parecido a eso que denominan bailar. Con todo, regresé a pie a mi barrio. De manera involuntaria, me siguió un buen rato esa chica de cabello lacio y nariz grande, hasta el cruce de Marina con Casp. Probablemente, tenía una cierta sensación de ridículo porque había ido sola a un concierto de ruido sin compasión, apenas apto para oídos que no fueran jóvenes. Probablemente, ahora estaba contenta porque se había quitado años de encima. Caminamos en fila india (manteniendo la reglamentaria distancia de seguridad para evitar choques), diciendo que sí con la cabeza, contorneando la cintura, elevando el puño de vez en cuando, como si hubiéramos marcado un gol. Cantando bajito: “I fight the ones that fight me / I really love alot / I really love alot”.

PD: ¿Dónde está Wally?

14 comentarios:

    Hem de buscar a Wally o a Harry Potter?

     

    Home, això és un repte impossible d'assolir per alguns que no t'hem vist mai la cara i, a sobre, tots fent el mateix amb el puny a l'aire...anaves de groc?

     

    He trobat la noia alta de nas gran, però a tu no t'he vist...Si que et vas mimetitzar bé amb tota aquella gent...! ;o)

    A mi aquests ritmes no em van, i encara menys anant sol. Jo sóc més de Quico Pi de la Serra: Fa un parell d'anys, en un concert a Girona, em vaig sorprendre al veure'm aixecar el puny mentre cridava, tot cantant amb el Quico... "Si els fills de puta volessin no veuríem mai el sol"
    No em vaig treure anys de sobre però allò em va transportar anys enrere quan era jove...

     

    deumeuuuuuuu!!! quin mal de cap!

    Porta't bé, que si no, els reis no et portaran res!

     

    Què bona (i hipnòtica) és "Paper planes" tot i que el clip Razzmatazzero no s'hi escolta un pebrot i/o "pimientu"!

    Alguns matins em serveix de b.s.o. per païr millor el camí en metro fins a la feina.

    Wally dius? Cóm és allò de l'agulla al paller?

     

    Emily, poc o molt, s'assemblen el Wally i el Harry.

    Vida, anava fosc, com sempre.

    Fra Miquel, el més important és entrar en aquests universos que són capaços de crear el Quico o la M.I.A. I t'has descuidat un "més": "No em vaig treure anys de sobre però allò em va transportar anys enrere quan era MÉS jove...".

    Montse, mal de cap per una cançó? Com es nota que no veus els informatius a la tele :-)

    Òscar, m'agrada que escoltis aquesta música de bon matí. Oi que et recarrega? I aquests clips filmats amb el mòbil als concerts... Ja se sap.

     

    Caram Paseante sí que faràs un post diari.

    M'hagués agradat que t'enfoquessin més a la vora per veure't moure el punt

     

    No hi he estat mai a la sala Razzamatazz ni a Luz de gas i en tinc ganes. Properament baixaré uns dies a Barcelona i em treuré uns anys de sobre :)

     

    Khalina, ho intentaré, tot i que ara marxo a buscar els Reis a la terra de la boira. Com va anar a Les Glòries?

    Joana, si et vols treure anys, ves a Razzmatazz. Si te'n vols posar, ves a Luz de Gas :-) Que consti que no tinc res contra Luz de Gas, eh? Hi he anat alguna vegada. Però és un ambient "m'acabo de separar i busco rotllo".

     

    Movent el cap com el gossets del cotxe???? entranyable...

     

    Rateta, és que aquells gossets eren "monus". Fa poc els vaig tornar a veure al Vinçon (a uns preus prohibitius, això sí).

     

    No és el meu estil de música, però hauria fet el mateix que tu: un regal d'algú tan important no es pot despreciar de qualsevol manera.

    I transformar-se, mimetitzar-se, treure's anys de sobre... són coses que calen de tant en tant, sobretot als que som solitaris.

     

    Duschgel, intentarem mimetitzar-nos més vegades aquest nou any. I no t'imaginava solitària.

     

    Doncs sí. Per sort tinc el trasto, i ja saps que els trastos, propis o aliens, donen molta vida. Però pel meu caràcter (d'anar a la meva bola), la meva feina (treballo a casa), el que sigui, em puc qualificar traquil·lament de solitària. M'agrada trobar-me amb la gent, però la major part de la gent que m'importa la tinc lluny.