Cheerleaders


Sobre mi mesa reposan cuatro objetos de este pasado diciembre que no he tenido tiempo de guardar en la caja de los recuerdos: una entrada a un concierto, un billete de avión a Norteamérica, el dorsal de un corredor etíope en una carrera de Navidad y un tíquet para acceder a un campo de fútbol vacío.

Hoy quiero contar la historia de un tíquet para acceder a un campo de fútbol vacío.

El día de los Santos Inocentes, mi padre me esperaba frente al Boulevard Rosa, con el sol en la cara, recién llegado a la ciudad en la diligencia de primera hora de la mañana. Venía por motivos deportivos. Lo vi en la otra acera, antes de cruzar el paseo de Gracia, y lo saludé con mi periódico en el paso de cebra. Me sonrió como siempre, bajo su calva eterna, con esos ojos grandes y grises. Con esa calma de ser de campo, que yo he perdido para convertirme en un ser ansioso. Le dije que no teníamos espacio para protocolos, que el reloj corría deprisa. Así que fuimos rápidamente en busca de un ómnibus que nos llevara a la Fundació Claror, donde el pequeño Hayden iba a disputar su primer partido oficial de baloncesto, con ocho añitos, y necesitaba fans. Llegábamos con el tiempo justo.

Bajamos por la calle Sardenya a paso ligero, buscando ese lugar que mi hermana me había dibujado en un mapa el día anterior. Localizamos el cartel que anunciaba las instalaciones deportivas, y accedimos a ellas por un pasaje estrecho, antes de ver tras unas rejas al niño que se entrenaba con una pelota, grande como una sandía, bajo una de las canastas. Lo saludé con mi periódico, y él me sonrió como siempre con esos ojos grandes y grises. El pequeño faraón Nil estaba sentado sobre otra sandía de color naranja e inauguró con mi padre y conmigo el club de fans (concretamente formado por tres personas) del pequeño Hayden. No parecíamos precisamente las cheerleaders del Barça, pero eso a él no le importaba.

El público estaba dividido entre los familiares del equipo amarillo (el nuestro) y del equipo verde (el enemigo), y nos mirábamos con el rabillo del ojo buscando greña cuando el árbitro favorecía o perjudicaba a unos o a otros, mientras los diez enanos y enanas apenas tenían bracitos para elevar esas sandías demasiado pesadas a los aros demasiado elevados. El pequeño faraón Nil no parecía muy interesado en aquel juego tan extraño. Él es más amante del fútbol, y nos contó que Shakira -su diosa en el mundo de la música- era novia de Piqué -su ídolo en el mundo del deporte- desde hacía unos días. Lo miré sorprendido (tiene cuatro años). "¿Cómo lo sabes?". "Tío, lo sabe todo el mundo. ¿Eres tonto?". Devolví mi vista a la cancha, pensando que se necesita mucha paciencia hoy en día para ser tío de un mocoso.

El encuentro duró media horita. Para ser el primer partido oficial, después de tan solo un trimestre de entrenamientos, hubo jugadas interesantes: contragolpes, tapones, pases al espacio... El árbitro, un tipo de dos metros de altura y ciento cincuenta quilos de peso -con alma de niño-, estaba a punto de pitar el final. Perdíamos 20 a 18. Una niña rubia con coleta sacó de fondo. Le pasó el balón al pequeño Hayden que esquivó a tres contrincantes, como una culebra de río, haciendo rebotar la pelota contra el suelo (mientras mi padre lo animaba a gritos) hasta plantarse bajo la canasta rival, dar un salto y anotar su tercer básquet de la mañana. Consiguió el empate y nos miró con una sonrisa de oreja a oreja, entre los aplausos del público. Era feliz.

Regresamos caminando por la calle Sardenya los cuatro: el jugador de baloncesto y su club de fans (concretamente formado por tres personas). No parecíamos precisamente las cheerleaders del Barça, pero eso a él no le importaba. Dejamos a los pequeños en el domicilio Hayden, y el tenista y yo fuimos rápidamente en busca de un ómnibus que nos llevara al estadio del Barça en un día sin partido. El verano pasado, el jardinero fiel había tenido la amabilidad de regalarme dos entradas para el Camp Nou Experience (aunque él sea el mayor futbolero que conozco) y caducaban el treinta y uno de diciembre. Las instalaciones estaban repletas de turistas tomando el sol de invierno en las terrazas de los establecimientos de fast food (incluso en esta época del año, los centroeuropeos se ponen del color de las gambas). Mi padre estaba contento porque jamás había visto el estadio con luz diurna.

Entramos en el museo y recorrimos las vitrinas repletas de copas de un metal antiguo. Hice ver que leía pacientemente los textos que explicaban los diferentes momentos históricos del club, mientras él lo hacía de verdad. Con esa calma de ser de campo, que yo he perdido para convertirme en un ser ansioso. El tenista me contó (por enésima vez) que el jugador César había sido amigo de su padre en la postguerra, y que había pasado algún fin de semana en su casa de la tierra de la niebla para romper la monotonía de aquella niñez de miseria con sus historias extraordinarias repletas de viajes, de goles y de victorias. Desde entonces, y para siempre, se convirtió en fan suyo.

César no había jugado jamás en aquel estadio magnífico que ahora pisábamos. Era un jugador de otra época, de un momento en que el marketing no importaba. Seguimos el trayecto del Camp Nou Experience. Bajamos en ascensor a la zona mixta, a los vestuarios, al pequeño plató de televisión, a la capilla. Saltamos al campo por ese pasillo que vemos siempre en las retransmisiones de TV3, y nos sentimos un poco como Puyol o Messi, dando saltitos y animándonos el uno al otro. Luego nos elevaron en otro ascensor hasta las cabinas de prensa, en la zona más alta de las gradas. Y nos sentimos un poco como Joan Maria Pou o Joaquim Maria Puyal, esas voces que nos recuerdan por los auriculares que últimamente sólo sabemos ganar. Allí mi padre ya no podía esconder su ánimo. Llamó por el móvil a mi madre, que se había quedado guardando la granja de los caballos, para contarle todo lo que acaba de vivir. Seguramente le hubiera gustado estar con ella en ese lugar, en ese momento.

Fue una experiencia inolvidable. Salimos contentos en busca de transporte público en la avenida Diagonal. Mientras aguardábamos, el tenista me pidió que le diera las gracias a ese desconocido jardinero fiel. Lo decía de corazón. Hacía sol. Paseaban los turistas. El tráfico era fluido. Los tranvías pasaban silenciosos. Mi padre sonreía como siempre, bajo su calva eterna, con esos ojos grandes y grises. Ya no podía vitorear a César más que con el recuerdo. Ahora nos tocaba animar al pequeño Hayden. Ser sus fans, aunque no pareciéramos precisamente las cheerleaders del Barça sentados bajo esa marquesina, el día de los Santos Inocentes, esperando el ómnibus 33. En la Diagonal. Solos, él y yo.

PD: Aquest post és per a tu, Miquel. Gràcies guapo.

13 comentarios:

    un post sense text?

     

    Coi, quina rapidesa, Khalina :-)

     

    Un dia molt ben aprofitat, vas fer feliç a dues generacions, que no és poc.
    A casa meva també són ( i eren) molt futboleros, noms com César, Ramallets i Kubala ( ui, les cuixes de´n Kubala, d´aquestes en parlaven les dones de la meva família) eren referents constants en cada partit de futbol.
    Un petó per tu i un altre pel jardiner fidel, s´ho mereix.

     

    Avisa home quan tornes a fer de cheerleader! Anaves amb faldilla curta i pompoms d'aquells?
    Bueno, vaja familia que esteu fets. Veig que los blancos sí la saben meter, la pilota a la cistella. Felicitats per aquests nebots.
    Et creuràs que mai he anat al camp del Barça? La propera vegada que el jardinero fiel tingue entrades que me les passe.
    I feta la pregunta pertinent a mon pare, m'ha dit que ell i César van coincidir a un entrenament.
    Ara, li parlo al País secret :$
    Segons mon pare, Kubala tenia un físic fora de serie. Les seves cuixes necessitaven hores de massatge per posar-les a to. No com els filferros de mon pare que amb uns minuts ja feien.
    Bé, aquesta serie de post han estat molt bé. Veig que el mes de desembre va donar per a molt :)

     

    Veus? El petit Hayden potser en la carrera no arribi el primer, però encistella per a salvar el seu equip de la derrota! Ell és més de jugar en equip que fer-ho en solitari. Això és bo. Arribarà lluny :o)
    Un post preciós com sempre PASEANTE.
    El jardiner fidel està content de fer content al Tenista ;o)

    Una abraçada

     

    Per cert, no m'havia adonat dels peixos vermells que tens a la columna de la dreta...Els he donat una mica de menjar :o)

     

    Sempre és un plaer llegir les teves experiències. Per les experiències en si i per la manera que les expliques.

    El recorregut pel Camp Nou l'he estat veient clarament en el record d'aquest juny passat :)

    I el petit Hayden té bones traces. Però de tot el text em quedo definitivament amb aquest fragment (jo és que sóc molt mangui i em vaig quedant coses d'aquí i d'allà, oi, Miquel?):

    "Tío, lo sabe todo el mundo. ¿Eres tonto?". Devolví mi vista a la cancha, pensando que se necesita mucha paciencia hoy en día para ser tío de un mocoso.

     

    Una entrada tremendament descriptiva ... És gairebé com si pogués olorar aquell dia de final de mes i d'any, és com si pogués olorar aquell dia no tan insuportablement fred, al menys pels guiris d'Europa Central.
    I és gairebé, com si us veiés a tots dos, al teu pare i a tu, des del meu núvol particular...

    Per cert, saps a què fan olor els núvols? Jo no ho sé, però intueixo que els núvols a Barcelona aquell dia feien olor a tendresa, a complicitat paternofilial, a felicitat trobada, a moment memorable i únic. Aquests posts on esmentes, unes vegades a la teva mare, d'altres al teu pare, també als Haydens, al bo del Sr. Gris, al Níl, i/o tots plegats són dels que més m'agraden.

    Gaudeix de ton pare i de ta mare, tu que pots. I també, per suposat, de tots els que bé t'estimes. Aquests records tan bonics i especials seràn els que et donaràn força i vitalitat un dia i ara, gaudeixa'ls al màxim.

    Jo tampoc mai oblidaré quan la primavera passada el meu pare  va invitar a veure una magnífica ópera d'en W. A. Mozart ("El rapte en el serrall"); va ser una de les nits més emotives i precioses, que recordo, feia no havía viscut en molt de temps. 

    O el juny passat quan em va convidar a passejar a la vora del Bòsfor, a Istanbul. 

    I és que la vida és tan meravellosa al costat del nostres estimats.

    Gràcies de tot cor per compartir aquests records teus tan meravellosos, el paseante.

    Un petonet,

    Amber
    P. D.: Great cheerleaders you were (and always you'll be) for your beloved young Hayden! :D

     

    Ara sí. De fet, fa unes hores, però no he pogut comentar. I m'ha encantat! Ara com a bon fan cada setmana a veure partits! Clar que potser encara no fan lliga, però el proper any, a viatjar dissabtes matinals de bàsquet!
    Fantàstic el passeig amb el teu pare per can Barça!

     

    Pais, aquesta vegada et rebutjo el meu petó. Fes-n'hi dos al jardiner.

    Emily, hauràs de conquistar al jardiner perquè et doni invitacions al Camp Nou Experience. Coneixent-te a tu i coneixent-lo a ell no crec que costi massa. I el teu pare era bastant més jove que el César (diria jo). Ell devia estar a les acaballes de la seva carrera com a futbolista, i el teu pare devia començar.

    Fra Miquel, ara vull entrades pel Molino. Va, que sé que en tens :-) Noi, ara no vull semblar cursi, però ets una persona detallista sense que busqui res. I això és molt complicat de trobar en aquesta vida. M'alegra molt haver-te conegut.

    Duschgel, vam sortir a la gespa del Camp Nou pel mateix passadís. Vas fer saltets en plan pre-calentament? I els nens en diuen de bones. El petit faraó Nil no sap si s'estima més a la Shakira o al Bob Esponja. És el que té ser petit. De gran ja sabrà que és molt millor el Bob Esponja :-)

    Amber, moltes gràcies. M'agrada que puguis disfrutar d'aquesta companyia del teu pare. Potser ell et porta a llocs diferents d'on em porta el meu. O potser tu el portes a llocs diferents d'on el porto jo. Però el més important és que estiguin amb nosaltres. Un petonet.

    Khalina, doncs m'hi veig en el paper de tiet que s'empassa el "marrón" de dur el nebot al partit de bàsquet. M'agradaria. I el nen s'ho passaria molt millor amb mi que amb el seu pare. Jo em menjaria l'àrbitre a cada jugada. Sóc molt Mourinho, mentre que el Hayden és més Guardiola (pixa colònia, ja t'ho diré).

     

    ... aix, fumbol, fumbol!!! petonets!!

     

    OHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!
    :)

     

    Rateta, què hi ha millor que el fumbol? Catxis. Petonets.

    Filadora :-)