Solo


Estoy solo en la ciudad. Ayer por la noche regresé a casa después de gastar la tarde en el Turó Parc, viendo carreras de galgos en las que una vez participó el señor Gris. Jamás ganó una medalla el pobre. Ni siquiera quedó cuarto. Él era de medio fondo, no un velocista.

Las calles estaban extrañamente vacías. Las cruzaba sin esperar el verde en los semáforos, al estilo de las urbanitas que conozco y que no tienen esa paciencia anglosajona para aguardar tu turno ante el tráfico rodado. Ellas tienen el corazón italiano. O persa. O hindú.

En casa, los pelillos de mi bigote mal afeitado se volvieron de color naranja tras tomar dos vasos de gazpacho Hacendado con bolitas de melón (como me recomendó Ilse, recientemente). Fue mi cena. Milagrosamente, la tele de los vecinos estaba muda, como todo el edificio, y aproveché para leer un rato. Tengo que devolverle a la princesita L’home dels coixins, de Martin MacDonagh. Es una obra teatral que no os recomiendo si estáis en horas bajas.

“Un home es desperta a dins d'una gàbia de ferro, penjada d'una forca, on l'han deixat perquè es mori de fam. L'home sap que és culpable del crim pel qual l'han deixat allà, però no pot recordar quin era, aquest crim. Davant seu, a l'altra banda de la cruïlla, hi ha dues forques amb dues gàbies més; clavat al defora d'una hi ha un rètol on hi diu "Violador", i clavat al defora de l'altra hi ha un rètol on hi diu "Assassí". A dins de la gàbia del violador hi ha un esquelet polsós; a dins de la gàbia de l'assassí hi ha un vell moribund. El nostre home no pot llegir el rètol que hi ha al defora de la seva gàbia, i demana al vell assassí que li ho llegeixi, per poder saber què ha fet. El vell es mira el rètol, es mira al nostre home, i llavors li escup a la cara, fastiguejat”.

No creo que sea la mejor lectura para ayudarme a dormir, pero soy de los que devuelven los libros a tiempo. Apagué la luz y pensé que estaba solo en la ciudad. Si me diera un ataque al corazón no encontrarían mi cuerpo hasta el uno de septiembre. Seguramente tendría un pitillo apagado entre los dedos apergaminados, y el aspecto de esos diablos enjaulados de MacDonagh.

El viernes se largaron los Hayden a Francia. Mi sobrino mayor me llamó para despedirse y decirme que lo había pasado muy bien conmigo en la piscina de la tierra de la niebla dos semanas atrás, haciendo la bomba. Fue mi última escena feliz de este verano (la penúltima fue unos días antes en mi parque preferido con la mujer de los mares del sur, Pocoyó y su nini, escuchando un concierto de música clásica sentados en la hierba antes de la medianoche –cuando las carrozas se convierten en calabazas, y estás a punto de cumplir años si coincide con un quince de julio).

En la piscina, él llevaba un bañador rojo en su cuerpo esquelético y yo uno azul oscuro en mi cuerpo magro. Tendimos su toalla de Doraemon en el cesped y la mía de cuando era pequeño rescatada del fondo del armario de mis padres (en ella me enamoré de Mónica cuando tenía la edad del pequeño Hayden).

Es verde y hay un viejo Ford-T estampado de color azul marino. Al niño le gustó y me pidió intercambiarlas. Así que a él se le enrojeció el rostro pálido sobre mi viejo coche y mi rostro pálido se enrojeció sobre su Doraemon. Fue una tarde relajada, con nubes cruzando el cielo como rebaños de ovejas, mientras él preguntaba por qué mi madre me sigue llamando nen, si ya soy un hombre mayor.

El ayuntamiento ha transformado la piscina de siempre en un jacuzzi gigante (se acercan elecciones), y hay burbujas por todas partes, y chicas jóvenes que flotan con sus bikinis de pantera en ellas (el pequeño Hayden me cerró la mandíbula más de una vez con una palmada, pam, diciéndome que parecía tonto). Las reformas están a medio camino, y en una valla amarilla que separaba la zona de cesped de las carretillas y las hormigoneras de albañil, disputamos un partido de voleibol. El pequeño Hayden me ganó, pero con trampas. Todavía no cuenta muy bien los puntos.

El viernes se largaron los Hayden a Francia. Mi sobrino pequeño, el faraón Nil, me cantó una canción infantil por teléfono, y luego me aseguró que no volvería a hacerse pipi (sin acento) encima cuando le hiciera de canguro. La última vez me vi obligado a llamar a los bomberos para que pasaran el mocho por el parquet, y a duchar dos veces al Manneken Pis etíope, porque tras la primera se dedicó a pasear sobre el pipi (sin acento) del suelo. Por suerte su hermano me ayudó a recomponer el escenario del comedor, porque cuando hay accidentes ejerce de hombrecito. Espero ver las fotos del faraón en las playas atlánticas de Francia. Siempre es el más fotogénico, con sus ojos enormes, sus dientes perfectos y su piel de ébano.

El sábado se largaron la princesita y Buñuel a los Estados Unidos en unas líneas aéreas pakistanís, porque el vuelo les salía más barato. Pensé que los norteamericanos les mandarían un misil tierra-aire antes de que aterrizaran, pero he seguido las noticias en la radio todo el fin de semana y no ha habido ninguna aeronave abatida frente a las costas de Nueva York. Antes de su partida, les recomendé que se llevaran dos mudas de ropa interior, dos cepillos de dientes y todo lo que pudieran comprar en una tienda de chinos para hacer intercambio con los indios algonquinos a orillas del estuario del Hudson.

Nos despedimos en una terraza de la calle Enric Granados (mi tercera vía preferida de la ciudad) sentados con un amigo suyo: Flipy, un tipo canoso y de ojos azules, igual de loco que toda la gente que se dedica a hacer televisión (como Ilse -son lo peor). La princesita tenía curiosidad por saber cómo nos comportaríamos tras una mesa dos de las personas más absurdas que conoce, él y yo, después de vernos por primera vez en la vida. Me recordó una cena del mes de marzo pasado con un vecino del piso de arriba, donde también estábamos a prueba como humoristas. Hicimos lo que pudimos, aquella vez y esta vez, con públicos diferentes.

Luego la princesita y Buñuel se largaron en un taxi. Y nos quedamos los dos payasos locos cruzando los semáforos en rojo, al estilo italiano. O persa. O hindú. Conociéndonos. Flipy me cayó bien cuando se desvistió de clown. Igual un día le presto mi toalla con el viejo Ford-T, y le dejo ganar al voleibol. Pasaron unas inglesas vestidas de pantera, contorsionándose por la calle Balmes. Flipy me cerró la mandíbula con una palmada. Pam.

PD: La música es de Àlex Torio. Le entrevistaron hace unos días en una emisora de radio, y me gustó. Es un profesor de matemáticas que compone canciones. O un músico que formula ecuaciones.

18 comentarios:

    No estàs sol, paseante, jo també sóc a la ciutat. I he descobert un forn de pa ecològic nou i he anat de rebaixes i he fet alguna liquidació també... En fi, que si necessites res, xiula! :-)

    Un cop més, deliciós!
    Petons!

     

    Sublim, un relat per rellegir moltes vegades... jo sóc a poble, i encara s'està més sol. Ara, la ciutat no m'agrada gens...

    Petons, paseante!

     

    Gràcies, Rita. O xiules tu, que som un parell de solitaris de nassos :-) Has tornat morena? Un petonet.

    Gràcies, Zel. No te'l miris més d'una vegada que hi veuràs errades. Jo no sóc a poble (t'envejo), però sóc de poble. I tinc moltes ganes d'anar-hi uns dies.

     

    Doncs a mi m'agrada aquesta Barcelona solitària.. i m'agrada creuar el carrer Muntaner en vermell, és la única època de l'any que ho puc fer.. i m'encanta!!!
    :-D

     

    Mentre hagi aquesta finestrona per llegir-te no estaràs sol. No sents la companyia de les nostres mirades? Una abraçada d'agost.

     

    Quin bon resum del teu estiu! i un cop més, quina pau transmets! Cal llegir-te poc o poc per a gaudir-te...
    una abraçada

     

    Aquest post té gust i olor d'estiu .
    Aquests passejos fan la ciutat més amable.
    Gràcies per deixar-me passejar sense que em vegis :))

     

    Ospa! Jo et feia al país de la boira!
    Si ho arribo a saber t'hauria avisat per muntar l'armari ;o)

    A mi m'agrada la ciutat, a l'agost. Es respira millor (malgrat la calor), es transita més còmodament... De vegades fins i tot el carrer Aragó es pot creuar en vermell.
    Abraçada

     

    A partir d'ara et diré nen Paseante!!! és conya home!
    Té el seu encant poder travessar en vermell! també et pots estirar a la carretera com en una escena de El diario de Noa, però no t'ho aconsello! T'he imaginat amb la tovallola del Doraemon, brutal!!! i si t'han trucat els peques per despedir-se és que ets un tiet collonut!
    La música genial, la veu m'ha recordat una mica a Tom Waits, no?

     

    El capità m'acaba de fer tancar la boca amb un copet a la mandíbula. Els braquets (o ferros) han fet clac (o clic).

    Jo t'estava llegint.

     

    la majoria de gent interessant que he conegut fa coses que no tenen a veure amb la seva feina... clar, que, sóc raret... i segurament aquesta opinió no té cap mena de peus ni cap!
    bon agost mandibuler, paseante!

     

    Jo tampoc estic a la ciutat, però penso que ara que està més buida és una bona època. Sense cues de cotxes, podent aparcar sense zones verdes ni blaves, anant en bici sense perills... Clar que segons diuen fa 30 anys encara es notava més, perquè tancaven moltes tendes, i no hi havia quasi supers...

    M'ha agradat el post

     

    Vols un pitet per eixugar la bava? Dic jo que amb tanta mandíbula oberta....
    Saps, no envejo gens passar-me la vida d´aeroport en aeroport, prefereixo passejades tranquil·les per la ciutat, o carretera i manta...i ja arribarem.

     

    Puc anar a passejar amb tu estimat Paseante?? Els estius em fan sentir la soletat amb intensitat, malgrat no estar ben be sola.
    Un petó
    Un relat deliciós, com sempre

     

    Si está solo es porque quiere, señorito...No recordo qui ho va dir a una peli, potser J.L. López Vázquez. A mi m'ho van dir una vegada. Ara no em contestes millor sol que mal acompanyat...que és de preveure.
    Què hi pot haver pitjor que un violador o un assassí? Saps la resposta?

     

    Eli, a l'hivern, a les quatre de la matinada, també he creuat alguna vegada el carrer Muntaner en vermell :-)

    Vida, aquesta nit, abans de publicar, m'he llegit un munt de posts a casa teva. I m'he sentit acompanyat per les teves paraules tan ben posades i aquelles fotografies precioses. El teu blog és absolutament recomanable.

    Edelia, com sempre, moltes gràcies. Espero no haver resumit el meu estiu i que encara em quedin dies xulos.

    Joana, sempre et veig a tu quan voltes per aquí. Tot i que t'amaguis.

    Fra Miquel, m'he estalviat la suada de muntar l'armari :-) Espero que ho tinguis tot enllestit a casa teva. I el carrer Aragó és molt ample, eh? Ja tens bones cames?

    Filadora. Jo només m'estiro a les vies mortes del tren. Lo del Doraemon tampoc va ser cap cosa de l'altre món. Hi havia gent de la meva edat estirada en tovalloles del Naranjito. Imagina't. I els peques són massa peques per tenir criteri. Truquen a tothom. I sí que recorda a Tom Waits, tot i que ell no ho accepta (ho va dir en l'entrevista).

    Arare, aquest comentari és molt xulo. No dic res més, que el capità encara em tancarà la boca d'un cop de puny, que ell és molt Corto Maltés.

    Gatot, la veritat és que no et pillo el comentari. Bon agost, maco.

    Khalina, gràcies. Ja he vist que no ets a la ciutat, amb aquelles fotos on sembles xula i relaxada al Face.

    País, amb un pitet, damunt d'una tovallola del Doraemon... estaria mono :-) Jo tampoc he estat mai d'anar a prendre mal pels aeroports i els destins exòtics.

    Albanta, també gràcies. No em faria res passejar amb tu. Els estius són massa solitaris, ens trenquen la rutina.

    Emily, mires massa Cine de barrio :-) I conec la resposta a què és pitjor que un violador o un assassí, però no la diré aquí per si mai llegeixes o veus l'obra teatral. Tot i que allí tampoc la diuen obertament, però s'intueix.

     

    Gracienca exiliada a Sant Martí travessa, també (amb accent), en vermell els semàfors sempre que pot. Un petit plaer no-anglosaxó.

    Diverteix-te en la foscor de les valls urbanes. Petons!!!

     

    Doncs molt mal fet, Rateta, a Gràcia, a Sant Martí o a les valls urbanes. Un petonet.