Lisbeth Salander



Ahora tengo una amiga sueca. No es la típica nórdica voluptuosa de una película de José Luis López Vázquez. Se llama Lisbeth Salander, tiene veinticuatro años, es de escasa estatura y apenas pesa cuarenta quilos. A pesar de ello, parece peligrosa, de las que te hacen el signo de cortarte el cuello si no te comportas.

"Milton Security tenia una imatge coservadora, d'estabilitat. I la Salander encaixava amb aquesta imatge com una excavadora en un saló nàutic. La investigadora estrella de l'Armansky era una dona jove, pàl.lida i gairebé anorèctica, que duia els cabells extremament curts i pírcings al nas i a les celles. Tenia una abella d'uns dos centímetres tatuada al coll, un braçalet al voltant del bíceps del braç esquerre i un altre al voltant del turmell esquerre. Quan li agafava per dur un top de tirants, l'Armansky també podia veure que portava un tatuatge d'un drac enorme a l'espatlla dreta. Era pèl-roja natural, però es tenyia els cabells d'un negre intens. Feia la pinta d'acabar de sortir d'una orgia d'una setmana en companyia d'una banda de heavy metal".

Hace días que Salander se ha instalado en mi pequeño piso de apenas veinte metros cuadrados. Va a su bola. Habla poco (encima en su idioma indescifrable). Me observa callada con su camiseta negra y desgastada con el lema: "El apocalipsis fue ayer... hoy tenemos un problema grave", mientras preparo una tortilla de berenjenas o me afeito. Este domingo por la tarde saqué la mesita de Ikea al balcón para poner el cenicero encima, y mi silla de director de cine plegable que desplegué entre las plantas. Abrí Els homes que no estimaven les dones de Stieg Larsson por la página 357 (nunca dejo una novela por una página acabada en 6) y me puse a leer con la luz natural que filtraban los nubarrones oscuros, con Lisbeth a mi lado, sentada sobre las baldosas. Sin despegar los labios (al estilo Melahel).

"El despertador marcava dos quarts de deu del matí i ella es preguntava què la podia haver despertat quan el timbre de la porta va tornar a sonar. Es va asseure al llit, estupefacta. Mai de la vida ningú no havia trucat al seu timbre a aquestes hores. Encara més, molt poques persones trucaven al seu timbre. Es va embolicar amb un llençol i va anar fins al rebedor fent tentines per obrir la porta. Es va trobar en Mikael Blomkvist cara a cara, va sentir com el pànic li envaïa el cos i va recular una passa".

Ya he confesado otras veces que nunca he sido un gran lector. No es una pose, es la verdad. Pero esa novela me tiene obsesionado. No es la mejor obra que he leído en mi vida, pero Stieg Larsson tiene una manera de trenzar la trama que atrapa. Me recuerda a Alfred Hitchcock, un cineasta popular, pero al mismo tiempo de culto. Lo mejor de la historia son sus personajes. Te los crees, el escritor te los va destapando poco a poco y acabas enamorándote de ellos. En esa página 357 por fin se encuentran Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist (después de tantos párrafos en que esperaba que sucediera). Es una escena perfecta. Levanté los ojos de la novela y miré el cielo tapado de ese domingo por la tarde. Enfrente tenía un edificio a medio construir (con esas grúas tremendas que un día se nos caerán encima) y otro de los años sesenta con las persianas bajadas, como si todos los vecinos hubieran salido de fin de semana fuera de la ciudad. Parecía un náufrago solitario en el balcón sobre ese paisaje sin taxis ni transeúntes. Sonreí feliz, recordando el encuentro entre los dos protagonistas principales y me quedé un ratito degustando ese momento, sin ganas de proseguir la lectura. Estaban juntos y eso prometía. No parece que vaya a surgir ninguna pasión ardiente entre ellos, entre otras cosas por la diferencia de edad entre ambos (20 años), pero sí es el presagio de una amistad complicada pero profunda.

Me gustan las relaciones de amistad. Quizá porque siempre he tenido pocos amigos, aunque nunca haya estado solo del todo.

El primero se llamaba Xavier. Mi madre me llevó a rastras un día a esa aula de pre-escolar, con su falda blanca y su sueter verde pistacho. Yo lloraba. Me sentaron junto a un niño que parecía mayor que yo, el doble de grande, el doble de fuerte (él sería Blomkvist y yo Salander). No puedo recordar su rostro, pero me pasó las maderitas para hacer construcciones, y lentamente acabé con el llanto infantil, juntando piezas. La última noticia que tuve de él es que perdió un testículo en un accidente de moto, siglos después.

Mi segundo amigo se llamaba Quim C. Tenía cara de no haber roto nada en su infancia (ojos claros y rizos dorados, menudo, blanquito de piel, desamparado. Yo sería Blomkvist y él Salander). Después del cole íbamos a clases de francés en la academia sobre la panadería, donde esa niña atrevida nos hacia jugar a adivinar si ya tenía pelo en el pubis. Recuerdo que una tarde regresábamos caminando cada uno por una orilla de la carretera, lanzándonos piedras. Procurando abrirnos la cabeza en ese intento de ingresar en el mundo de la masculinidad, de la pura testosterona. Hasta que él arrancó a correr. Pensé que le había ganado. Pero un camión de gran tonelaje hizo crujir sus frenos para aparcar en el arcén. Un tipo enorme como un oso -hoy iría tatuado como Lisbeth Salander- me agarró de la oreja y me dijo que íbamos directos al cuartelillo de la Guardia Civil porque le había roto una luna de su vehículo de una pedrada. Por suerte, unas chicas, también de la escuela Vinyes, vieron la película de los hechos y le contaron al cabrón abusa-menores que no había sido yo, que el culpable era Quim C. El camionero me obligó a chivarme del domicilio de mi amigo, y claudiqué. Recuerdo la estampa de esa madre en el marco de la puerta apaciguando al conductor, mientras mi compañero estaba desaparecido bajo la cama de su dormitorio infantil.

La familia de Quim C. se marchó de la tierra de la niebla cuando tendríamos unos diez años. Su padre era el señor director de la única sucursal de La Caixa en el pueblo (toda una eminencia) y le habían destinado a Girona. Había perdido a mi mejor amigo de entonces (a pesar del episodio con el camionero) y me costó aceptarlo ese verano, aunque pronto suplió su ausencia Quique R, que tenía una hermana de ojos oscuros que me gustaba. Claro que todavía éramos niños y apenas levantábamos unos palmos del suelo.

Quim C. no acabó de desaparecer de mi vida. En 1982, el verano de Naranjito en los mundiales de fútbol de España, su hermano mayor regresó a la tierra de la niebla. Venía de vacaciones para, según contaba, recuperar escenarios de su pasado. Narcís C. ya era un tipo mayor de edad que se afeitaba. Se presentó en la granja de los caballos para saludarnos después de tantos años. Pidió quedarse a solas con mi padre. Hablaron con una copita de brandy entre las manos. Luego supimos que el chico le había pedido cinco mil pesetas por una emergencia, y que su padre banquero se las devolvería en pocos días por ingreso en cuenta corriente. La familia C. seguía teniendo buena reputación en la tierra de la niebla (en nuestro recuerdo colectivo), y mi padre le entregó el dinero. Pero pasaron los días y la transferencia no llegaba. En el mercado semanal al aire libre del miércoles (verduras, bacalao salado y camisetas de Naranjito) mi padre comprobó como otros vecinos narraban que Narcís C. también había acudido a sus domicilios con el mismo cuento de las cinco mil pesetas. Llamaron al viejo director de La Caixa, ahora en Girona, y les respondió que lo sentía mucho, pero que hacía años que había expulsado a su hijo de casa y que no se hacía responsable de sus engaños.

El tenista jamás recuperó el dinero. Tampoco era tanto, pero le molestó que le tomaran por tonto. Desconozco qué habrá sido de Narcís C., aunque no me importa demasiado. Su hermano Quim, mi segundo amigo en la vida, murió de virus de inmunodeficiencia humana hace tiempo (esa vez no se pudo esconder bajo la cama). Espero que a la pequeña Mireia, su hermanita que vi tantas veces en esa cuna, le haya ido mejor en la vida de esos tres hijos de banquero.

Después de Xavier y de Quim vinieron mil amigos. Con algunos intento mantener el contacto (el hombre que cuida animales, el hombre sin suerte). Con otros me dio pereza y se han perdido entre la niebla de mis recuerdos.


En toda mi vida, jamás tuve amigas, acaso novias o amantes. Pero, desde que escribo un blog, han aparecido algunas Lisbeths Salanders. Son peligrosas. Tremendamente peligrosas. Y desde que saben que me gusta ese personaje literario han decorado sus cuerpos con elementos pintorescos.

Ilse vino a Barcelona hace poco más de una semana (el jueves 28 de mayo), para asistir al Primavera Sound. Parecía de poco fiar cuando descendió por las escaleras de la Catedral con una camiseta negra y desgastada con el lema: "El apocalipsis fue ayer... hoy tenemos un problema grave", como esa gente que te hace el signo de cortarte el cuello si no dejas de repetir que el Barça ha ganado su tercera Champions (ella que es tan madridista). Iba a su bola. Hablaba poco (encima en su idioma indescifrable). Me observaba callada con sus dos piercings recientes en las cejas y su nuevo tatuaje de una gata en el hombro derecho mientras paseábamos por la playa, entre la Barceloneta y las torres gemelas. Como Salander, llevaba un Ipod, un ordenador portátil y una porra eléctrica capaz de descargar 75.000 voltios por si no me portaba bien con ella.

Le mostré mi refugio en el espigón donde me siento a tomar el sol en verano. El lugar en el puerto donde me como un bocadillo de Pans & Company mientras veo zarpar los veleros. Nos sentamos en un bar. Estaba más guapa que el año anterior, cuando la vi por primera vez. Llevaba el cabello recogido en una coleta y los ojos azules desprovistos de gafas. Había adelgazado considerablemente, aunque ella jurara que no (quiere alcanzar el poco peso de Lisbeth Salander). Intenté invitarla, pero ella dibujó de nuevo el signo de cortarme el cuello. Pagó la clara en esa terraza y me regaló una participación para la Lotería Primitiva y el Euromillones (a repartir si tocaba). Nos despedimos en la boca del metro, y vi como se alejaba canturreando hacia sus conciertos de primavera.

El día anterior me había perdido en ese enjambre de calles que rodean el domicilio provisional de la mujer elegante. Faltaban un par de horas para que el Barça jugara la final de la Champions y no paraba de preguntar por esa vía a los paseantes, a los tenderos, a la guardia urbana. Ella habita en un edificio que podría formar parte de la novela de Stieg Larsson. Un castillo extraño, laberíntico, ganador de un premio de arquitectura.

La gata Salsa recordó mis piernas y se subió a mirar la pantalla del ordenador (un PoerBook G4/I.O a 1 Ghz de Apple, con carcasa de aluminio y procesador PowerPC 7451, AltiVec Velocity Engine, 950 megabytes de memoria RAM y 60 gigabytes de disco duro, con BlueTooh y grabadora de CD y DVD integrada) que ella, esa mujer con piercings en las cejas y tatuajes recientes de gatas en la piel, me prestaría a desgana para comprobar si mi conexión a internet funcionaba.

Fuimos a ver en su pantalla de televisión panorámica la repetición del primer gol de Eto'o, en la final de la Champions, tras escuchar petardos en el vecindario. Comimos pipas esperando el descanso (entonces ignoraba que guardaba en su bolsillo una porra eléctrica capaz de descargar 75.000 voltios por si no me portaba bien con ella). Me despidió en el rellano, con su camiseta negra y desgastada con el lema: "El apocalipsis fue ayer... hoy tenemos un problema grave".

Corrí a mi piso esperando, absurdamente, llegar a tiempo de ver la reanudación del partido (debía cambiar de convoy y todo fue muy lento). El segundo gol de Messi me pilló en la calle (lo supe por las tracas). Y en mi pequeña tele apenas asistí al final del partido y a las celebraciones. Conecté el portátil de la mujer elegante a mi acceso a internet (recordando su signo de cortarme el cuello si hacía algo mal y desconfiguraba su acceso a redes). Funcionó.

El sábado quedé con Ilse en el centro de la ciudad. Le pregunté si podía acompañarme a devolverle el portátil a la mujer elegante a Francesc Macià. Tomamos el metro. Llegamos puntuales. La mujer elegante nos escrutó con detalle antes de cruzar el paso de peatones y reunirse con nosotros. Ellas se cayeron bien a simple vista (es lo que tiene la gente decorada con piercings y tatuajes), y me criticaron sin piedad en esa mesa de bar cercana al Turó Parc. Se entendían, como Blomkvist y Salander.

"L'Armansky va imprimir el contracte que en Blomkvist s'enduria a Hedestat perquè en Frode el signés. Quan va tornar al despatx de la Salander, va veure a l'altra banda de l'envà de vidre que ella i en Blomkvist estaven inclinats davant del PowerBook. Ell li agafava una espatlla amb la mà (ei, l'estava tocant) i li indicava alguna cosa. L'Armansky es va aturar.
En Blomkvist va fer un comentari que va semblar sorprendre la Salander. I aleshores la noia va deixar anar una sorollosa riallada.
L'Armansky no l'havia sentit riure mai i feia anys que s'esforçava per guanyar-se la seva confiança. En Blomkvist feia només cinc minuts que la coneixia i ella ja s'estava petant de riure amb ell. Es va escurar la gola en travessar el pas de porta i va deixar caure la carpeta del contracte sobre la taula".

PD: Gràcies per la música Emily. M'agrada molt. En el fons, qui més s'assembla a la Salander ets tu. Llegeix la novel.la i te n'adonaràs. Teniu un aspecte físic similar, i és una hacker com tu:

"Aquesta havia estat la part més delicada de la seva conversa. Hauria dit que en Blomkvist no volia abordar el tema deliberadament i, finalment, ella no havia pogut estar-se de fer-li la pregunta.
-Has dit que sabies el que he fet.
-Has entrat al meu ordinador. Ets una hacker.
-Com ho saps? -La Salander estava completament segura que no havia deixat pistes i que la seva intrusió no la podia descobrir ningú, llevat que un assessor de seguretat altament qualificat s'hagués assegut davant de l'ordinador i hagués escanejat el disc dur quan ella hi accedia".

Hi ha un parell de blocaires que no són aigua clara: el Veí i l'MK. T'encarrego que entris als seus ordinadors i que no paris fins que tinguis prou pistes com per poder-los treure les màscares de gent sociable.

17 comentarios:

    ... dormida començo el dia i trobo el teu escrit... i sembla que hagi estat caminant darrera vostre, seguint les vostres passes, menjant olives a la taula del vostre costat (el Sandoz, potser?)... sec a descansar... i a començar a treballar... plena de vivències i amb un conte per pensar... xulo, xulo...

     

    Si es que con tanta desconexión luego hay mucho que contar!!

    Por partes...yo tenía, bueno tengo unas cuantas amigas suecas, reales como la vida misma, incluso con alguna mantuve cierta amistad mas que intima, y ninguna era rubia,que cosas!!..ademas fui a pasar un verano en casa de una de ellas y resultó que no había tanta rubía, es que esto de la rubia sueca tiene de mito como el torero español!

    En cuanto al amigo de la infancia ..¿quien no ha tenido uno o dos amigos que le marcaron la infancia? ese con quien intercambiabas los mejores cromos o ponias a tu lado el la fiestra de cumpleaños, esto me recuerda a la serie, "Aquellos maravillosos años"..aiss que viejo estoy!!

    Y por u´lyimo, no sabía que fué tan itinerante tú final de champions...bueno al final ganasteis ;)

     

    Les dones no som perilloses!

    Aquesta novel.la enganxa, tens raó. Encara no l'has acabat?

     

    D'aquesta novel.la la persona que em va meravellar va ser precisament la Salander.
    D'acord amb lo del físic pero la seva intel.ligència és brutal i el fet de necessitar tan d'afecte la fa , a pat de vulnerable, propera , com la majoria que necessitem amics o amants, xicots o parelles....
    No és de les millors que he llegit però enganxa i retrata molt bé els personatges...
    Ah! I lde dones perilloses no n'hi ha ...o si? :)
    ;olts records!

     

    veig que hauré de llegir el llibre.M'ha agradat llegir-te.
    Ostres, quanta desgràcia a la família dels banquers.

    Les porres elèctriques de 75.000 volts ja les tenim totes les del teu equip de futbol... per si no et portes bé.

    Me'n alegro que ja tinguis ordinador.

     

    Jo em vaig enganxar com tú, el vaig llegir d'una tirada i vaig sortir correns a comprar el 2on, "La noia que somiava un llumí i un bidó de gasolina" i ara estic contant els dies que falten per el 18 de juny que surt el 3er...... Malalta de Salander!!!!!!

    Per cert que hi ha una web de suport a la seva parella que com que no estaven casats, i ell no va fer testament, no té cap dret als drets d'autor... Te la deixo per si vols informar-te.

    Gràcies per la passejada i petonets.

     

    buf!!! quasi arribe tard a treballar per llegir-te! tu sí que enganxes!
    Seré jo l'única persona del món que no ha llegit aquesta novel·la? Pel tema em sembla que no m'enganxaria molt... Potser li donaré una oportunitat, a veure.

     

    m'ha encantat l'armoniquera... me la presentes? :)

    fas molt mal fet, amic meu... les nòvies i amants, si no són amigues, en què queden?

    i la novel·la, sóc dels que no compren llibres fins que no hagi acabat de llegir els fons de liquidació de la meva darrera llibreria (negoci frustrat..); però com que tots i totes la teniu... segur que algun salander o salandera me la deixa...

    petons i llepades enganxades!

     

    Arribo tard, però arribo... :p

    Jo sóc de les poques que tampoc l'ha llegit i confesso que no em crida gens l'atenció.

    Fas uns posts tan llargs, paseante que ja no recordo el començament... ;-)

    Et veig entremaliat darrerament eh... hahahaha
    Petons, p a s e a n t e !!!!

     

    Uiiisss! pero si el disco duro de mi pc casero es como las Ramblas!!.
    Entraron hace tiempo!!
    Y me lo espian .
    Pero yo hago como que no me he dado cuenta.
    Claro que a partir de entonces he procurado que se aburrieran muchísimo conmigo.

     

    vaja, ara em faràs fer un piercing!
    tchts,tchts...

    a mi, la trilogia, m'ha encantat! (el tercer l'he llegit en francès)

    si: sóc una mala lectora, glups...

     

    A veure...
    com vols tenir amics al veïnat si, els que has tingut tu o bé perden un colló, o la palmem de la SIDA o són uns enganyacries. Coi! És que fas por! Ni amb un piercing pasaaries per modern! A tu la Lisbeth aquest se't menja sencer de mig a mig. Un paio com jo la posaria a to...;-)

    Per cert, l'Emily no me l'esvalotis que em té promès un ball amb vestit negre arrapat a la festa on tu NO vols venir. Ni que duguis el teu portàtil!

     

    Está apunto de salir el tercero ¿verdad? Lástima que me duren tan poco y que no vaya a encontrar ninguno más. Casi dar pudor empezar a leerlo. Blanca
    PD: Quien tuviera tu memoria ...

     

    caram quin escrit mes llarg i interessant. Jo que patia per que eres a la UVI!!
    he vist la pelicula i esperaré a que facin les altres, els llibres gruixuts em pesem i de seguida he de deixar de llegir-los, se'm cansen molt els braços, que hi farem...

     

    Rateta, no era el Sandoz (Sandoz o Sandor?). Va ser al carrer Calvet, molt a prop. Gràcies per caminar darrere nostre.

    Atikus, yo les pediría el pasaporte a tus amigas, porque todos sabemos que las suecas son rubias y los españoles toreros. Alguien te está tomando el pelo, chico. "Aquellos maravillosos años" molaba, la verdad. Y sí, viví esa Champions en plan itinerante. Pero no importa: tenemos muchas.

    Aleta, pensava que les dones no eren perilloses fins que vaig conèixer una irlandesa una nit de Sant Joan. Encara no he acabat la novel.la. Em queda molt poc, però fa una setmana que no la toco. El dia que ens veiem et faré un examen de "Els homes que no estimaven les dones" :-)

    Joana, no me n'havia adonat que la Salander en realitat té mancança d'afecte fins que vaig llegir el teu comentari. Em vas fer rellegir les seves trobades amb la mare. I tens raó. Ella busca ni que sigui una mica d'afecte. Ho confonia amb la llàstima.

    Khalina, si em puc arribar a imaginar una dona amb una porra elèctrica seràs tu, sens dubte :-) A veure si t'animes a llegir el llibre. Demana-li a ella.

    Anna, tinc ganes de llegir la segona entrega del bidó de gasolina (aquest escriptor posava uns títols que deunidó). He visitat el web que dius. Fa ràbia que passin aquestes coses. T'estimes algú, et mors i l'herència va per uns altres a qui potser no estimaves tant.

    Nimue, ara que ho penso, el Larsson i tu sou com la foscor i la claror. En la seva obra no hi ha ni zeppes rescatadors, ni xiquetes boniques. I en la teva no hi ha porres elèctriques. A mi m'agradeu tots dos: teniu universos molt personals.

    Gatot, l'armoniquera és la Melody Gardot (me la va recomanar l'Emily). I quina enveja noi, tenir tot un fons de lectura d'una llibreria (malgrat no anés bé el negoci).

    Rita, res d'entremaliat, que sóc molt tranquilet jo. I em sap greu: aquest post em va sortir llarg. Normalment escric pensant en la gent que llegiu. Però aquest el vaig escriure per a mi. Tenia tres dies per recordar que em van agradar molt, i els volia posar aquí.

    MK, :-) Escolta'm una cosa. Al directori "fotos_platjanudista demenorca" se t'ha colat una fotografia que hauria d'anar al directori "fotos_platjanudistadelmaresme". Ho he vist sense voler eh?

    Montse/Arare, suposo que volies dir "un altre piercing" :-) No hauries de perdre el temps comentant blogs, ara que estàs d'aventures pels canals de França.

    Veí, un dia et faré por de veritat. Sé que vius al pis de dalt. Conec els teus horaris d'entrada i sortida de l'edifici (tot i que els caps de setmana surts amb un vestit cenyidet, unes mitges negres i uns sabates d'agulla que et fan caure de bocaterrosa cada dues petjades).

    Blanca, siempre podremos releer a Larsson. Al menos nos dejó tres historias. Nos alegró unas tardes de nuestras vidas. Nos hizo quedar atrapados en el sofá o en la cama.

    Menteta, m'alegra que hagis vist la peli. Jo m'esperaré a acabar el llibre. I per què no poses la novel.la al llit (sense aguantar el pes) i vas passant les pàgines mentre tu estàs de costat?

     

    per què al tenir la columna lumbar fixada a nivell de les ertebres L4-L5 i L5-S1 no puc doblegarme com ho faries tú i la gent normal, o estic estirada del tot o asseguda i no aguanto gaire estona...
    Gràcies per pensar-hi!!

     

    Menteta, això va com va. Em sap greu, però si mai necessites un cop de mà, només et cal xiular.