Matemanismos


A veces me acerco en bicicleta a mis colegios de cuando era niño, para recordar. Siguen allí, en las afueras de la tierra de la niebla, entre campos de cultivo, edificados como moles perennes, para recoger a los niños traviesos a los que los maestros deben curar sus rasguños. En mis piernas hay heridas externas de mil caídas de entonces, de cuando iba en pantalón corto y era feliz. Las cicatrices son el mejor diario personal. Jamás se borran de la piel, jamás se olvidan. Los daños internos -los que nos parecen más terribles- curiosamente no dejan rastro visible. Con el tiempo, se recuerda más un manillar de bici clavado en la rodilla, que esa novia que nos dijo adiós porque se enamoró de otro.

En esa época de cicatrices externas, antes de que la vida se complicara y las heridas se convirtieran en internas e invisibles, recuerdo que nunca fui bueno en matemáticas. Iba al cole con ganas de aprender, en busca de abrir mis libros de la editorial Bruño en el pupitre verde-manzana con entusiasmo. Pero los profesores de esa asignatura siempre andaban con las manos en los bolsillos, contando azulejos del suelo con sus miradas ensimismadas. Aburridos. En EGB el profesor gallego Costa me mortificaba con los deberes de recuperación para el fin de semana. Yo no entendía esos signos matemáticos extraños que no narraban ninguna historia comprensible.

Después, en el instituto, el profesor gallego Jurjo siempre me mandaba a recuperar para septiembre la asignatura de matemáticas a la lejana finca de tía Patricia. Allí abría los libros llenos de señales raras en la mesa de cámping, a la sombra de esa casa de barro antiguo, mientras los adultos recolectaban manzanas y la señora Hayden (entonces era pequeña y llevaba -coqueta- las coletas de Pippi Langstrum) correteaba a mi alrededor intentando atrapar mariposas. A menudo me obligaba a levantar las lentes del libro de texto y los apuntes, cuando me venía con sus cuentos de niña.

En cambio, siempre fui bueno en lengua. Claro que los profesores iban despeinados y eran altos, y sonreían sobre esos jerséis de cuello elevado, y andaban con libros románticos bajo el brazo. Y te ayudaban a preparar el examen. Y siempre se entendía eso del sintagma, el predicado y el verbo que me servía para abrazar con expresiones originales a las niñas en el recreo. Mi madre me enseñó las primeras palabras, y ellos me ayudaron a enlazarlas.

Gracias a sus clases -y a las posteriores en la universidad-, cuando escribo parto de una norma básica: quiero que la gente comprenda lo que cuento y que lleguen al final del texto. Tengo mis trucos: frases cortas, cambios de ritmo, que la historia tenga su propia música interna, usar backgrounds, utilizar la estructura piramidal (que empleo tan pocas veces). No me sirvo de palabras rebuscadas que esconderían lo poco culto que soy en realidad. Y después recortar, y recortar, y volver a recortar, porque la gente no tiene tiempo de leer.

Hace unos días escuchaba la radio con el café con leche fresco entre mis manos, y el humo del primer pitillo en el cenicero ascendiendo para dibujarme extraños contornos femeninos.

Era el programa El món a Rac1. Un colaborador explicaba cómo calcular el índice de niebla (lo que sobra) en un texto (creo que se trataba de Lluís Pastor). Contaba que existen fórmulas matemáticas para saber si un escrito es fácil de leer o es un jeroglífico indescifrable. Ofreció la fórmula en directo, pero no la anoté, así que la he copiado de la web de la emisora:

Escoge el fragmento de un texto qualquiera.

1. Calcula la media de palabras por frase. Para hacerlo divide el número de palabras del fragmento por el número de frases del fragmento.

Obtienes el resultado A.

2. Cuenta las palabras que tienen 3 o más sílabas. Excluye los nombres propios y los verbos conjugados, pero incluye los infinitivos, los participios y los gerundios.

Obtienes el resultado B.

3. Suma A y B y obtienes el resultado C

4. Multiplica C por 0,4, y el resultado es el índice de niebla.

- Será un buen texto si obtienes un número inferior a 15.
- El texto será regular si obtienes un número de 15 a 20.
- El texto será complicado si el número es superior a 20.


He aplicado el índice para calcular el nivel de niebla a dos fragmentos de mi blog, y el resultado es de 16. Por los pelos no obtengo el certificado de "buen texto". "Casonlolla", que diría MK. Si tenéis un ratito, veréis que es divertido aplicar esa fórmula a vuestras páginas.

He buscado en internet otros métodos para calcular el nivel de nuestros textos. Existen muchos más, creados por lingüistas y pedagogos y matemáticos: Robert Gunning, Rudolph Flesch, Flesch-Kincaid, Szigriszt-Pazos. El índice Huerta Reading Ease es especial para textos en castellano. Incluso me he descargado un pequeño programa para analizar textos. Me dice que mis posts pueden leerlos niños de primaria, y eso me gusta. Todas esas ecuaciones son complicadas, y se basan en aplicar fórmulas matemáticas a nuestras palabras, sílabas, frases, sintagmas, oraciones. A nuestras emociones. Y eso es difícilmente cuantificable.

Es extraño que tantos años después se hayan unido los viejos profesores cabizbajos de matemáticas con los de cuello de cisne de literatura, en ese viejo instituto, en esa vieja escuela de primaria que visito en bicicleta. Me detendré el próximo día que vaya allí, y les leeré un fragmento de algo que haya escrito. Espero que los matemáticos lo analicen. Si no lo consiguen, les mandaré a recuperar para septiembre, como hacían ellos conmigo. Y a los de letras, les daré las gracias por todo, aunque algunos ya han muerto.

9 comentarios:

    Tenim sort els que et llegim de que no t'agradessin les mates. Tot i que hauries de ser més aplicat i fer un post al dia. Tardes massa d'un text a l'altre, però m'alegres el dia quan veig que has publicat.
    Jo sóc un altra que passava de les mates. Què n'he tret de les equacions, dels logaritmes, de les arrels quadrades? Preferia badar mirant per la finestra. El món de l'altra banda era més interessant.

     

    Estic d'acord amb l'emily, paseante: trigues massa en escriure! Però també em passa que quan et veig a dalt de tot de la llista de links tinc una alegria. :-)

    A mi no m'anavem tan malament doncs les mates, en canvi tot el que era estudiar... fatal!! Això de clavar colzes no em va agradar mai. Potser tampoc m'hi van fer interessar massa, no sé... perquè llegir bé que m'agrada. Fa tant de tot això ja...

    Bon capde, maco!
    Petonets!

     

    Que complicaciones!
    Yo en matemáticas fui muy malo, ya en primero (de EGB) me quedaba estudiando con una monja con bigote en verano, que imagen!!!

    Tampoco fui bueno en Lengua,...la verdad es que era mal estudiante, sólo se ma daba bien dibujar, la pretecnología y cosas asi vamos manuales...

    petons

     

    suposo que un bon professor, que sàpiga motivar i expliqui les coses amb il.lusió té molt guanyat.

    Això de l'index de boira és curiós.

    Jo ara en el curs de prevenció estic recuperant la química i física jeje , 20 anys després!

     

    Molt interessant el càlcul de l'index de boira d'un text. Però saps que, Paseante? No cal aplicar-lo als teus escrits per saber si m'agraden o no.
    M'encanten!!
    Un petó i una abraçada

     

    No hi ha cap índex per mesurar el caliu que generen els posts i les respostes?
    D'aquí un temps potser se'n parlarà, es mesurarà ...
    Ara per ara sabem què ens agrada i com hi estem enganxats! ;)
    Jo era de mates , ara prefereixo les lletres.
    Bon cap de setmana tardorenc!

     

    Me ha faltado tiempo para medir la legibilidad de las diversas cosas que escribo. Es divertido, y a los humanos nos gusta tanto medirnos! (especialmente a los de ciencias, jé!)
    Curioso cuando fraccionas los textos, y ves que los planteamientos son de una manera, los nudos de otra, y los desenlaces de otra. Pero como dice Joana, quién mide cuanto te toca un texto en el corazón?
    A mi las mates siempre me parecieron un lenguaje, que tenía la gracia de dejarse aprender sólo y que permitía grandes conversaciones con muy poco vocabulario. Me chiflan las cosas precisas. Neurótica que es una.

     

    Al leer esta entrada he sentido los nervios de examen de matemáticas de 8o en la boca del estómago!

    Pero cómo no tener un trauma cuando mi profesora de la asignatura y curso en cuestión era una monja con cara de José María Aznar que respondía al nombre de Saturnina??!!

     

    Gràcies Emily. Potser tot dos miravem la meteixa imatge per la finestra del cole, lluny dels logaritmes.

    Rita, darrerament escric més. Això va com va. I tampoc fa tant de quan anàvem al cole.

    Atikus, me parece que la escritura se te da muy bien. Y que la imagen de la monja bigotuda es genial. Me parece que eres más inteligente de lo que quieres aparentar. Y decirle petons a un tipo... No sé si es lo más adecuado. Pero me alegra que intentes escribir en catalán.

    Khalina, jaja. M'alegra imaginar-te una altra vegada amb els llibres de física i química. És broma, però estudiar mai va malament. I crec que t'agrada tornar a sentir-te estudiant.

    Gràcies Albanta. Però això del nivell de boira fa gràcia. I també ajuda una mica. Un petonet.

    Joana, és ben veritat que estem enganxats a aqueta manera d'explicar-nos coses nues sense saber qui som.

    Xurri, me habría ido de perlas tener una amiga como tú en el instituto, que me ayudara con las mates. Y tenes razón que los textos te tocan o no. Pero para hacer que lleguen hay que aplicar métodos más o menos científicos. Escribir "tal com raja" no suele funcionar. A no ser que escribas bien de verdad :-) Que no es mi caso.

    M, jaja, una profe de mates que se llama Saturnina y con cara de Josémari. No sé cómo estarás ahora mentalmente. Pero no te preocupes. La psicología ha avanzado bastante.