Cuentos


La cama es ese mueble que diseñaron para que te narren un cuento y te duermas. No sirve para nada más. Hace siglos que nadie me arropa allí y me explica una historia. Desde que era niño y lo hacía la señora Sofía.

Me los han contado en otros lugares.

En el instituto había un día al año en que se celebraba una acampada en la sierra cercana. Los chicos acudían con sus motos ruidosas, o les acompañaban sus familiares en coche. Yo no tenía moto, y mi padre andaba ocupado. Pero esa vez no quería dejar de asistir a la fiesta. Así que me quedé en la cuneta en medio del silencio, sentado en el bordillo frente al centro de educación secundaria. Esperando quién sabe qué. Al rato apareció una vespino. En esa época no se usaba el casco. Así que adiviné enseguida quién conducía el vehículo. Era una chica del curso superior: la más guapa del instituto. Se llama Pilar, pero la denominábamos Columna, con ese humor infantil. Me sentí apocado, y no levanté el dedo para que me llevara a la fiesta en vespino-stop. Pero ella frenó la marcha: Vas a la serra, vols que et porti? En el camino, como yo no decía nada, me preguntó si conocía el cuento El sastre del rei. Me lo contó, y algunas de sus palabras consiguieron pasar de su boca a mi oído entre ese vendaval que creaba nuestro vehículo a toda pastilla sobre el asfalto. Otras se perdieron para siempre en esos campos de alfalfa. Quizá las escuchan ahora los caracoles.

Los chulitos del centro escolar me miraron con envidia al ver que llegaba con la chica atractiva. Estuvo pendiente de mí toda la celebración y me paseó por todas partes de la mano. Nunca he vuelto a verla. Creo recordar que reside en Madrid. Su hermano (aunque también sea de la tierra de la niebla) es casi vecino mío en Barcelona. Reside en esa calle de Gràcia con un edificio de Gaudí. También era el más guapo del instituto. Ahora pasea un labrador de color negro. Se llama Joan , como yo, y ha envejecido como yo, y cruzamos nuestros pasos solitarios de vez en cuando. Pero nunca encuentro el motivo para preguntarle por su hermana.

El segundo cuento me lo contó Hannah. Estaba de vacaciones en la ciudad. Me pidió conducir mi viejo Ford T. Aparqué en la calle Balmes. Le exigí a cambio que no corriera y que me contara un cuento. Intercambiamos el asiento. Ella puso la primera marcha y arrancó, preguntándome: "Hansel y Gretel, ¿te gusta?". No hablaba muy bien el castellano, pero ese día centró todo su esfuerzo en narrarme esa historia. Hasta que me quedé dormido, con mi torso colgando del cinturón de seguridad. Llegamos al destino en la ciudad universitaria y me despertó con un beso. Siempre recordaré ese cuento en sus labios.

Este lunes me encontré con una pintora con un rostro muy similar al de aquella chica del instituto. No era ella, pero me montó en su vespino vital. Tomamos una cerveza en un local de la plaça de la Revolució de Setembre de 1868. Me habló de su vida, de sus proyectos, de sus logros. Parecía una persona fuerte, viva, leal, agradable, graciosa, con esos ojos oscuros que transmitían calidez. Me contó técnicas de pintura que no entendí (por culpa de mi escasa capacidad intelectual). No cesó de explicarme mil historias para amortiguar mi silencio. Cuando se le acabaron, me narró un relato infantil de Pere Calders: Raspall, mientras fumaba (aunque no sea fumadora -lo hacía para acompañarme) y desplegaba sus manos de artista sobre la mesa. Por la noche elevé las sábanas y la mantas hasta el cuello, y recordé el cuento mientras me dormia.

12 comentarios:

    Jo et puc contar Rapunzel o La princesa i el pèsol. Però els que et van contar fa temps, són macos. Espero que un dia tingues gos i l'anomenes Raspall, en record d'aquesta pintora tant vital.

     

    Me despertat molt d'hora (un atac de tos, maleït tabac!), t'he llegit, he tornat al llit, m'he pujat l'edredó fins al coll, he recordat el teu post i m'he adormit de nou.

    Ara ja, a una hora més decent, i amb el cafè et dono el bon dia.

    Un cop més, el teu estil nostàlgic, agredolç, un punt trist, però il·lusionat, m'ha tocat.

     

    Paseante , tienes el impagable don de hacer parecer las cosas infinitamente más hermosas y entrañables de como son en la cotidianidad...
    Y ahora confiesa a todo el mundo que probablemente tuviste que tomarte dos aspirinas al llegar a casa antes de ayer por la tarde , porque hablo por los codos...Y que te gorreé impunemente medio paquete de West , porque tengo ese mal vicio de no fumar si no és en presencia y a cargo de otros fumadores...
    No soy impune a los piropos , y por hoy me los creeré , que una necesita de esas palabras de vez en cuando...y quién no?...
    Y lo de desplegar mis manos de artista será por los restos de azul ultramar y tinta china de las uñas ...que cuesta lo suyo de que se destiñan.
    Gracias Paseante y para hacer más hincapié en tu capacidad para embellecer las cosas el enlace a esa bonita canción de Antonia Font , lo redondea todavía más.

    En cuanto a "Raspall" , lo dicho y que no entere Emily ...que és una sorpresilla!

     

    Em fascinen els contes. Tant m'agrada explicar-los com escoltar-los.

    Ai! Pagaria per tenir cada nit qui m'expliqués un conte fins que m'adormís!

     

    M'agraden els teus posts i els teus contes.

    Però els contes, en general, poden ser molt cruels. I això mereixeria un post o més.Mireu el pobre Bambi orfe de mare, el rei lleó, orfe de pare, el Pinotxo que fa patir en Gepetto (potser els contes adaptats per Disney són més dramàtics ara que veig). I què me'n dieu de la Blancaneus?. Una princesa que acaba rentant calçotets de set nans. Serien set per contentar-los un cop per setmana?? Uff

     

    El conte... no hi ha cap infant que el perdoni a l'hora d'anar a dormir. És com el trosset de xocolata després de sopar, l'última cigarreta del dia... o com el petó de bona nit entre els amants desconfiats.

     

    El meu pare m'els explicava a la vora del foc. En deien rotllanes.Segurament perquè quan hi havia molta quitxalla es posaven al voltant de la llar. A casa jo era l'única filla, i per tant com una petita reina escoltant la màgia dels contes...I jo també n'he explicat molts, de contes... i ves ...ara també em vindria de gust que me n'expliquessin...menytre m'acotxen al llit!
    Preciós!
    Em permeto un petó de mitja nit!

     

    Bruquet m'agradaria com nom de gos, Emily. I quan ja ets grandet, qualsevol conte et fa sentir bé.

    Rita, haurem de fer un pensament amb el tabac, però costa eh? Gràcies pel comentari tan bonic.

    Dos aspirinas dices? Todo el paquete. Menudo loro estás hecha. Jaja, es broma. Me hiciste sentir muy relajado escuchando historias de tus labios.

    I jo Alatrencada. Ni que fos un de curtet, però amb la llum mig apagada.

    Jaja, Khalina, sí que ho diuen que els contes antics eren molt cruels. Els nostres seran més positius, no?

    És veritat que hi ha coses que no es poden deixar de demanar, Violette.

    Segueixes sent una petita reina Joana. Al menys és el que es desprèn dels teus textos.

     

    Jo t'explicar� el conte d'en Patufet, encara que ja el s�pigues. Els meus fills diuen que l'explico molt b� aix� que...

    un pet� de diumenge a la nit.

     

    Que bien sienta eso de que te narre un cuento la chica mas guapa aunque se pierta la mitad por el camino, jeje...

    pues no se yo si alguna chica me ha contado un cuento, vamos mis tias, mi madre, pero una chica, no, me salen con el cuento, pero no me narran cuentos al oido, que mal me tratan, será por que no las doy carino??

    saludos

     

    Sovint, tot llegint-te, descobreixo l'altra cara de la bellesa.

    Una abraçada,

     

    M'agradaria escoltar-lo Arare. Un petonet.

    Será que te dan otras cosas Atikus, que tienes pinta de ligón.

    Moltes gràcies Martí. També per voltar per aquí.